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Florcitas

Las flores que más me gustan son diminutas. Crecen donde vivía antes y crecen donde vivo ahora, a muchos miles de kilómetros de distancia. Son unas florcitas silvestres que viven a ras del suelo, en la punta de unos tallos marrones que prodigan hojitas redondas, dentadas, arracimadas. Son pequeñísimas, aproximadamente medio centímetro, se pierden en nuestros dedos. De pie, si miramos el pasto, sólo vemos un punto de color claro allá abajo. Es cuando nos inclinamos hacia ellas que podemos apreciar toda su perfecta belleza. Tienen sólo cuatro pétalos redondos, siempre abiertos. El de arriba (el pétalo que yo siempre imagino arriba cuando las veo o las pienso) es el más oscuro, oscuro en comparación a los otros, porque es de color azul celeste. Los dos pétalos que se tocan con él, a izquierda y derecha, son celestes también, pero de un tono más pálido. Y el cuarto, el pétalo que completa el círculo, de tan claro es casi blanco. (Azul celestes las de allá, las de acá son más lilas, y con menos diferencia de tono entre sus pétalos). Cada pétalo pasa de su color al blanco en el centro de la flor, donde se encuentran las cabecitas amarillas de los estambres. Y cada pétalo tiene unas líneas temblequeantes que los cruzan hacia el centro. Estas líneas son del mismo color en todos los pétalos, azul (allá) o violeta (acá) más oscuro, pero como hay tres tonos distintos según los pétalos, en cada combinación producen un efecto diferente. He observado muchas de estas flores, porque desde que las descubrí, me acerco a ellas siempre que las encuentro. Y siempre son iguales, idénticas entre sí, siempre los mismos tres tonos de celeste, orientados de la misma manera, formando un minúsculo círculo cromático. Me maravilla que algo tan pequeño e insignificante pueda ser tan simétrico, tan simple y tan bello. Tan perfecto.

3 comentarios:

Obnebur dijo...

..creo que esas florcitas te llaman la atención porque intuís un parentesco, vos sos como ellas.

gotamarina dijo...

mmmuuac!

gotamarina dijo...

Leyendo el libro de jardinería que le gusta tanto a Manuel descubrí cómo se llaman las florcitas que me gustan tanto: verónicas! ¡Qué lindo, tienen nombre de mujer! Ahora cuando me encuentre con alguna Verónica, pensaré en mis florcitas.