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Un día histórico

Viernes 22 de junio de 2012.

1) Entregué el primero de los 8 cuentos que me encargó la Editorial Visor, es decir que entregué mi primer trabajo literario pago, mi primer cuento por encargo. No soluciona mi economía pero es todo un símbolo. ¡Biógrafos, tomen nota!

2) Esto no es histórico pero ocurrió en el mismo día y es copado: presencié la clase abierta de Ricardo Piglia sobre Macedonio Fernández, es decir escuché a uno de mis escritores preferidos-popes-gurúes-santosdemidevoción hablando de otro de mis escritores-clave. Fantastico volver a escuchar a Piglia en vivo,  me encanta cómo habla, como dije una vez hace añares: Piglia podría hablar de los porotos de soja y yo lo escucharía fascinada, pero si encima habla de Macedonio mucho mejor.

3) Compartí el segundo encuentro con una persona muy especial para mí, a quien había visto cara a cara una sola vez 17 años atrás, seguimos en contacto por carta, teléfono o mail todos estos años pero nunca habíamos vuelto a vernos, y por fin se dio. Maravilloso. Se desinflaron 17 años de espera. Ahora todo está en orden, se juntaron las piezas del rompecabezas, todo está donde tiene que estar, todo es como tiene que ser, como fue todo este tiempo pero a veces soy como Santo Tomás y necesito pruebas para creer. Alegría y paz. Ahora puedo decir con todas las letras que soy su amiga.

Último momento: Adán era un celacanto

Hablando de bueyes perdidos, le conté a Manuel la idea de un cuento de Bradbury en el que unos científicos viajan a la Prehistoria, lo único que modifican es una mariposa (¿la tocan? ¿la aplastan?) y cuando vuelven a su presente todo está modificado, ese pequeño incidente mariposal prehistórico desencadenó una serie de consecuencias en el desarrollo posterior que provocaron una realidad diferente, porque como decía el filósofo Pancho Ibáñez "todo tiene que ver con todo".

Manuel me contestó:  Si hubieran matado a todos los celacantos, no existiría ningún animal, porque son el origen de todos los animales.

Me encantó la idea: ¡descendemos de los celacantos! Si fueron el origen de todo animal, entonces Adan y Eva eran celacantos. Manuel buscó el libro donde leyó esto* para mostrármelo y los gusanos, los artópodos y los moluscos no derivan de los celacantos, pero todos lo mamíferos, anfibios, aves y reptiles sí, o sea nosotros sí.

Por eso nos gusta el agua, porque nacimos en ella.

Ilustración: Javier Sáez Castán, en Animalario universal del Profesor Revillod. Almanaque ilustrado de la fauna mundial. Miscelánea de curiosidades para disfrutar aprendiendo. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2003.


* que no es el libro de donde sacamos la ilustración (información también provista por Manuel, dónde conseguir una imagen de un celacanto) sino un viejo Atlas de Clarín.

Me pacifico y me hago océano

Tema lindo suave armonico de tres guitarras de mayo del 89 (impro)


Música y fotografía: Rubén Botas

Formas de la espera

Hay la espera con espacio propio, donde nos dedicamos a esperar, tan a medida el espacio para la tarea que hasta lleva su nombre. Sea en aeropuertos, hospitales, oficinas públicas, por más buena voluntad y paciencia con que la encaremos, es la espera que preferiríamos que no existiera.

Hay la espera con nombre y apellido, que transcurre en un lugar y momento concreto, cuando esperamos a alguien: sepa o no la otra persona que la esperamos, la conozcamos o no la conozcamos, nosotros  esperamos a esa persona ahí y entonces.

Hay la espera de un momento, un evento con fecha, algo que sabemos que ocurrirá, pero todavía no llegó su día: el fin de las clases, el comienzo de las vacaciones, un viaje, una ceremonia, un estreno; cuando éramos chicos así esperábamos Navidad, Reyes, nuestro cumpleaños.

Hoy descubrí la forma más difusa de la espera. Dijimos que queríamos volver a vernos;  pasaron los años y no coincidimos, pero seguimos diciendo que queremos volver a vernos. Durante los primeros dos años esperé con intensidad y paciencia; después esperé tangencialmente; más tarde acepté que era materialmente imposible o al menos altamente improbable; hoy descubrí que nunca dejé de esperar, ni siquiera cuando creí que no esperaba dejé de esperar, en el sentido más profundo del verbo, el que deriva en esperanza, el que se expresa con j'espère y no con j'attends, la espera difusa e incorpórea que se disuelve en deseo. Dicen que el que espera desespera, yo diría que el que espera desea.

O, más frutícolamente: el que es pera no es banana.





Escrito en el Bloomsday, ¡larga vida a JJ!





Ahora mismo...

Ahora mismo los árboles todavía verdes del jardín están anocheciendo, pero un poco más atrás los árboles de la calle, más altos y ya otoñales, están iluminados por el sol que se va. Por un instante las copas amarillas capturaron tanta luz que resplandecieron, contrastando con las más cercanas, verdes y sombreadas. Ahora mismo la sombra va creciendo sobre los árboles iluminados, ahora mismo el resplandor se está apagando... ahora mismo tengo que dejar.