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Verano puntual

Ahora mi baldío está lleno de plantas con flores amarillas y otras con flores de un tono pastel entre celeste y lila muy subyugante. Curiosamente, unas cuadras más allá hay otro baldío donde también conviven flores amarillas con flores lilas, pero son otras dos especies vegetales diferentes a las primeras. El calor vino de golpe, como tenía que ser, agobiante y bochornoso, justo al comienzo del verano. Armamos la pileta en el jardín y Manuel disfruta como un pescado, así que por unos días el verano hizo lo que esperábamos de él, pero una semana más tarde volvió a llover.

2 comentarios:

Alfredo Perez dijo...

La felicidad de caminar por la calle y ver algo más que cemento y piedra.
Los habitantes de las megaciudades nos damos cuenta del cambio de estación por la altura del sol, la mayor (o menor) duración del día y la necesidad de prender estufas o ventiladores.
Bueno, tu madre sigue mirando las azaleas y las alegrías del hogar que tanto le cuesta florecer en el balcón.
Pa

gotamarina dijo...

por algo no me gusta vivir en una megaciudad, me acostumbré tanto a mi pueblito que hasta una ciudad pequeña me resulta extraña y excesiva.
Las plantas de mami y las del jardín de los abuelos en Lomas de Zamora son las de mi infancia, super especiales para mí.