La luz natural. La luz del sol o de la luna. La luz dorada del amanecer, cuando recién se inicia el día, y el mundo todavía es un poco misterioso... La luz rosada de un atardecer de un día nublado, esa luz rosada y dorada al mismo tiempo, que surge por entre nubes violetas y azul oscuro, haciendo destellar sus perfiles por detrás, regalando belleza al final de un día lloviznoso... La luz nítida de un día soleado de invierno, límpido, prístino, una luz tan clara que no se hace ver, y deja ver el mundo con su belleza radiante... en esa luz mirar es un placer, mirar lo que sea, mirar, simplemente, mirar, cada objeto tocado por esa luz es hermoso.
(Mirar. ¿Cómo hacen los ciegos con internet? Hay que inventar el braille de computadora.)
Recuerdo un día hace más de 10 años, en Buenos Aires, esperando el colectivo en un lugar que poca gente consideraría lindo, y sentir esta luz, y dejarme llevar por su belleza, y sentir que mientras existiera belleza en el mundo, yo podría sobrevivir a cualquier cosa; también sentí que belleza va a haber siempre, y ¿qué importa si ya no estoy yo para apreciarla? lo importante es la belleza, no yo.
Recuerdo otro momento, ocho años después, en Salt, en un lugar ni feo ni lindo, pero a pocas cuadras mi casa estaba en un lugar horrible, todo en mi vida era muy dificil entonces, y de golpe me encontré con la bici andando sobre un mar de capullos blancos de no se qué planta, era primavera, algo tipo panaderos había inundado la calle y las veredas, y me pareció tan hermoso, que me di cuenta de que siempre, incluso en los momentos más horribles, podemos encontrar belleza y sentirnos mejor gracias a ella.
Buenas noches.
LIBROGS - Mis libros en el éter informático
Me expando en la ué como gayeta en el agua
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