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La mochila

Esto es un poco difícil de explicar... a ver qué tal me sale.

Tiene que ver con aquello innombrable de lo que empecé a hablar en Espalda y respiración (enero de 2008), con algo que ha falta de nombre mejor empecé a designar con un neologismo que me inventé, que no suena bien pero es útil: salud psicorporal (porque el psico-corporal me molesta mucho, y si el "co" pertenece a los dos aspectos del concepto, expreso más unidad que con un guioncito en el medio, y eso es lo que quiero).

El domingo pasado nos fuimos de picnic al río, pero en vez de ir al río de nuestro pueblo, salimos con el auto a buscar un lugar nuevo. Seguimos unas vagas indicaciones que teníamos y llegamos a donde pensábamos, pero descubrimos que no podíamos seguir más allá con el auto, que hasta llegar al río donde hacer picnic teníamos media hora de caminata. Empezamos a caminar, yo llevaba una mochila con el almuerzo, y al poco de andar me di cuenta de que la mochila cargada me resultaba incómoda, que no había salido mentalizada como para caminar cargando una mochila, y por lo tanto me molestaba su peso. Por suerte a los pocos pasos me acordé de que la mochila que usaba tiene una riñonera, es decir una especie de cinturón adosado para abrocharlo sobre la cintura cuando uno va cargado y que el peso descargue sobre las caderas en vez de descargar todo sobre los hombros. Por lo general no usamos esta riñonera porque nunca llevamos muy cargada la mochila, y está abrochada sobre sí misma a nuestra espalda, pero esta vez me la calcé, y fue un gran cambio. Inmediatamente la mochila dejó de molestarme y yo de sentirla pesada, el peso estaba bien calzado sobre mis caderas, yo me podía mover con más firmeza, mis hombros no estaban aplastados por el peso... gran cambio!

Como ya conté antes, desde hace tiempo intuyo que los problemas de mi espalda tienen que ver con la respiración, y por tanto me interesan los chakras. También pienso que tienen que ver con un bloqueo energético super antiguo y anquilosado, que logró liberarse muchísimo con la rotura de los recipientes días atrás, pero no del todo; o bien sí se destrabó lo espiritual, pero mi cuerpo ya lleva tantos años de contracturas que no puede volver a su sitio tan rápidamente. Ya he visto que para dejar de estar tan encorvada y por lo tanto dolorida muchas veces lo más importante que tengo que hacer no es en mis hombros o mi columna, sino dejar lugar en mi pelvis, una zona en la parte baja de mi vientre unos dedos por debajo del ombligo y bien adentro de mi ser (donde tengo entendido que hay un chakra): si dejo libre esa zona y le doy espacio, puedo estar erguida con desenvoltura. Caminando hacia el río me di cuenta de la relación entre las dos cosas: si pudiera descargar el peso energético de mis hombros y descargarlo en el centro de la vida de mi pelvis, probablemente estaría mejor.

Y me acordé de la psicóloga con la que trabajé en Valle Hermoso todo el último año antes de irnos. Muchas veces en nuestros encuentros ella me proponía imagenes para que yo las trabajara por mi cuenta y luego le contara qué había visto. Era una buena forma de trabajar, vimos muchas cosas interesantes. Pero hubo una imagen que nunca pude trabajar: casi al comenzar, me habia pedido que imaginara que llevaba conmigo una mochila que la tenía desde mi nacimiento, que me imaginara recorrer mi vida con esa mochila a cuestas y que viera todo lo que había metido adentro; y que me detuviera para abrir la mochila, sacar todo lo que había dentro cosa por cosa y me preguntara si quería seguir cargándolo o no, y eligiera si volver a ponerlo en la mochila o no. Esta imagen me pareció siempre muy poderosa, y tuve la intención de trabajarla, pero nunca pude. Algo había en la imagen que me paralizaba, algo me asustaba, algo así como el temor a lo que encontraría y qué hacer con ello. Y no pude, nunca pude revisar la mochila. Ni siquiera ahora tengo claro qué llevo en la mochila. Pero encontrar la relación entre estos dos puntos de mi ser (la joroba de mi espalda y mi bajo vientre) es una gran cosa.

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