Volví a ver Jules et Jim de François Truffaut, y esta vez sí me acordaba bien del final, pero no de otras partes de la película. Eso, más el momento de transición digamos hormonal que estoy viviendo, me hizo volver a pensar algo que ya había pensado hace muchos años. Me cito a mí misma:
Tengo ganas de ir al cine. Hay un ciclo de Truffaut en
Pero no es eso. El problema es que yo creía que ciertas acciones (estar, un domingo a la tarde, en el parque Centenario, charlar con los amigos en el pasto, escuchar "Era en abril") habían desaparecido, simplemente porque yo no las hacía mas. Pero así como antes de mí otros las hicieron y dejaron de hacerlas, así como yo las hice y dejé de hacerlas, así vinieron otros que las están haciendo y dejarán de hacerlas. Lo que cambia son las personas, pero las acciones permanecen, fijas, inmutables. Ellas duran en el tiempo, mientras los cuerpos que las están llevando a cabo van cediendo su lugar a los siguientes.
de "Memorias", Tuc. No me parece bueno el cuento, al menos no conseguí lo que me propuse al escribirlo, pero esta idea me sigue gustando mucho.
Obviamente las acciones no son eternas, por ejemplo la acción "ir al cine" no pudo haber sido vivida por nadie antes de la invención del cinematógrafo (una digresión: algo que aprendí en el Museu del Cinema de Girona: los hermanos Lumière inventaron el cine, pero sólo lo utilizaron documentalmente. Fue Georges Meliès quien lo usó para el delirio fantástico, para crear historias sorprendentes. Resulta que cuando Meliès le dijo a Lumière que quería comprar su invento, Lumière le contestó algo así como: "jovencito, mi invento no tiene ninguna aplicación, salvo para alguna rama de la ciencia, pero comercialmente no tiene futuro". ¡Suerte que apareció Meliès!)
Las acciones no son eternas, nacen y mueren, pero tienen una existencia más larga que las personas que las encarnamos en un momento dado. Son independientes de nosotros, existen en el universo como existen las bacterias y las amebas, como existieron los dinosaurios, como convivieron al mismo tiempo el Hombre de Neanderthal y el Homo Sapiens, siendo dos especies diferentes, hasta que el Hombre de Neanderthal se extinguió y el Homo Sapiens no (esto lo aprendí la semana pasada cuando visitamos el Parc de les Coves Prehistòriques de Serinyà). Y tengo la impresión de que esta idea se podría desarrollar mucho más profunda, poética y filosóficamente pero de momento dejo acá hasta que pueda retomarla.
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