Páginas

La casa del lago


Hace un año y medio, durante el último viaje de regreso de Argentina, vi en el avión en pésimas condiciones una película que me gustó mucho; y en mi primer fin de semana de soltería circunstancial, la única vez que encendí la tele para ver qué daban, enganché la misma película y la volví a ver, otra vez de a cachos trastocados pero entera.

La película se llama The Lake House y es yanqui pero el director es argentino, Alejandro Agresti, un director de quien siempre quise ver sus películas pero nunca vi ninguna salvo ésta. Me atrae Agresti porque tiene una película que se llama El amor es una mujer gorda y siempre pensé que con un título así la película tenía que ser interesante (ya confesé mi debilidad por los títulos...). Ahora descubrí que La casa del lago es la remake de una película coreana y es muy posible que la original sea mejor, pero no la vi.



La casa del lago tiene un lago y sobre él está construida la casa, que es un palafito moderno, todo de vidrio. La protagonista es "la casa", no "el lago", y como dice el protagonista es una casa que mira pero no se conecta con lo que la rodea, tal como era su padre, el arquitecto que la construyó como regalo para su madre ("su" del protagonista, no del arquitecto). Aunque el lago participe poco en la película, el agua está ahí, bajo la casa, y la imagen es subyugante: una casa aérea, que flota sobre el aire y sobre el agua. La primera vez que la vi me pregunté dónde habrían encontrado una casa así, y ahora también descubrí que la construyeron especialmente para la película y después del rodaje la desarmaron.


Es una historia de amor, así que hay un hombre y una mujer que se conocen, se enamoran a la distancia, se desencuentran, hasta que en los minutos finales consiguen el encuentro triunfal que ya no los separará más. Una de las tramas más viejas del mundo, pero la distancia que los separa no es espacial sino temporal: los dos están exactamente en el mismo espacio pero con exactamente dos años de diferencia.

Es una historia de "bucle temporal" de esas que me gustaba tanto leer en mi adolescencia, cuando leía todo el tiempo ciencia-ficción y necesitaba imaginar mundos muy distintos al real porque el que me rodeaba me asfixiaba. Pero en este caso el "pasado" y el "futuro" están separados tan sólo por ¡dos años! Y no hay ningún viaje temporal, salvo el único que existe: ya no recuerdo quién lo dijo, pero una vez leí a alguien que decía que todos viajamos en el tiempo, pero siempre a la misma velocidad y en la misma dirección (y no podemos detenernos). Los protagonistas de La casa del lago sólo viajan en el tiempo de esta manera, y la forma de encontrarse es que él "espere" dos años hasta llegar al presente de ella.

Me gustan estas historias que plantean ucronías* y me paso un rato agradable repensando la historia, intercalando los episodios según un tiempo u otro. En este caso volví a pensar todo el argumento de la película y me parece que cierra bien. No se muestra cómo él encuentra la última nota salvadora de ella, pero bien podría haber mirado por última vez el buzón (la nota no puede estar en la caja en el desván, si entendí bien) y que no muestren esto me parece una licencia literaria semejante a la omisión que hace el narrador de "El hombre de la esquina rosada", de Borges, o sea que está perdonado. Y el final sólo funciona si lo que él cambia en el pasado de ella no altera la memoria que ella tiene en su presente, cosa que en la película ya se ve antes cuando aparece un árbol de la nada al lado de ella. Esto no es lo habitual en las historias de bucles temporales, la tesis más extendida diría que si él alteró el pasado de ella, ella en su presente tiene que recordar (y no recordar) otras cosas. Por lo que leí, el original coreano sí recoge esta idea, y dados los antecedentes que todos conocemos no me extraña que los yanquis hayan cambiado el final para que sea un happy end como Dios Hollywood manda. Me queda pensar bien en la perra Jack, da la impresión de que puede pasar de un tiempo al otro como si nada, pero tendría que ver de nuevo la película y fijarme bien en esto porque no me acuerdo del todo.


Los protagonistas se escriben cartas: cartas de papel y tinta, ¡no electrónicas! Aunque en la película hay móviles, y transcurre entre 2004-2006-2008, los protagonistas no se escriben correos electrónicos, ni se envían SMS, ni se buscan en el feisbuc, ¡qué genial! Será que la única forma de escapar al dilema Casciari** es con una buena ucronía en nuestras vidas.

Los protagonistas se escriben cartas y el objeto mágico que sirve de conexión entre los dos tiempos es el buzón de la casa del lago. Pueden dejarse objetos como bufandas, cartas y libros, y cada uno abre el buzón en su presente y encuentra lo que el otro dejó en el otro presente. Me gusta esto porque me gustan mucho las cartas. No voy a hablar mal de la comunicación electrónica porque es super útil y práctica y también tiene su encanto. Con el e-mail o el chat es posible dialogar a la distancia, y eso es grandioso. Tiene la frescura de la inmediatez, es más ligero y espontáneo, y puede ser bárbaro. Pero lamento mucho que por su culpa se hayan perdido las cartas tradicionales. Hasta una hiperamante de las cartas en papel como yo me pasé al bando electronico y ya casi nunca escribo cartas en papel y tinta.


Tuve épocas en mi vida de escribir muchas cartas a muchos lugares distintos del mundo, y me gustaba mucho escribir y también recibir cartas: mirar el sobre, la estampilla, la letra de mis amigos con mi nombre y mi dirección y con sus direcciones estrambóticas en idiomas desconocidos; abrir el sobre y encontrarme con lo que me hubieran enviado. Tuvimos épocas de gran creatividad epistolar, fuimos explorando las posibilidades de los sobres y el correo aéreo para enviar distintas cosas: dibujos, aritos, hojas secas, fotos, papelitos de colores, entradas de cine, etc. En promedio, por cada 5 cartas de más o menos 4 carillas cada una que yo escribía, recibía aproximadamente una carta de carilla y media, pero no me importaba: las cartas venían de lugares lejanos y por entonces inaccesibles, me traían otros mundos a través de los ojos de mis amigos, y me traían a mis amigos. Por eso me gusta que en la película se escriban cartas y se enamoren a través de sus cartas, algo que entiendo totalmente y me parece absolutamente posible. Escribir este blog es como escribir cartas a nadie en particular, con el íntimo deseo de que quien me lea se enamore de mí: hombres o mujeres, me da igual (por supuesto que quiero que se enamoren de mí, ¿qué duda cabe?)

Y algo que pensé esta última vez que la vi: en la película ella logra evitarle la muerte a él. ¿Qué mayor sortilegio se puede pedir? Aliviar o evitar el daño de quienes amamos. Es muy poderoso. Y como es tan mágica, cuando termina no me planteo las mismas cosas que me plantée con Before Sunset, que es tan realista. Los protagonistas se encuentran en los minutos finales, y después de una ucronía así, hasta el amor puede perdurar.




* Ucronía: el término no es mío, sino de la ciencia-ficción. Una utopía tal como la planteó Tomás Moro, el creador de la palabra, es un lugar que no existe, una ucronía es un tiempo que no existe.
** Hernán Casciari: El móvil de Hansel y Gretel.

No hay comentarios: