"No hay que preocuparse sino ocuparse."
o este que tildan de chino (porque trasunta sabiduria milenaria, un atributo que, como todos sabemos, es chino):
"Si tu problema tiene solución, ¿para qué te preocupás? Si no tiene solución, ¿para qué te preocupás?"
o este otro, con cariz matemático:
"Si tenés el problema x y te preocupás, tenés dos problemas: el problema x y la preocupación por el problema x."
Como vemos, todos remarcan la irrelevancia e ineficacia de la preocupación. Lo que me interesa destacar hoy es que están centrados en el sujeto de la preocupación. Y yo quiero señalar los efectos perniciosos en el objeto de la preocupación (descontando que tal objeto sea un ser animado y perceptivo). Y ahora, retomando mi ánimo al reiniciar cuentogotas en esta tercera etapa, continuó en primera persona.
El problema: no estoy bien. Reconozco que no estoy bien. Trato de estar mejor, pero no lo consigo.
La preocupación: una gran amiga me dice que está preocupada por mí. Ella es el sujeto de la preocupación (porque es quien está preocupada) y yo soy el objeto de la preocupación (porque está preocupada por mí).
El efecto: saber que ella está preocupada por mí no me ayuda en lo más mínimo. Más bien me debilita. Aumenta la nube negra porque arroja todavía más dudas (a las que ya tengo) acerca de si podré salir de la situación en la que estoy. Y todos sabemos que para salir de donde sea es necesario confiar en que existe una salida. Y confiar en las propias fuerzas.
Le contesté: “no te preocupes”, pero no por tranquilizarla sino por intentar anular el peso que (yo) sentía. Un peso que recuerdo haber sentido en el pasado, sin haber podido entonces identificarlo. Porque cuando los sentimientos se suman en la nube negra, se mezclan y se confunden.
Pensé en Manuel, ahora que está por empezar la secundaria y yo estoy preocupada por el cambio. ¿Estaré enturbiando con mis nubarrones un cielo que tal vez para él esté despejado?
La pregunta sería ¿cómo acompañar sin aplastar? Tendríamos que aprender a acompañar a la distancia adecuada, dejando espacio para que el transeúnte transite su particular cambio climático sin que nuestros pronósticos lo condicionen.
Ilustración: Kelly DeLay, Clouds365 Project.
Y esta es mi entrada de ayer. Podría hacer trampa con la fecha de publicación, pero prefiero exponer mis dificultades para realizar lo que me propongo. La de hoy también la tengo en mente, pero supongo que la escribiré mañana. Parece uno de los "mejores chistes" de Manuel:
-¿Este pan es de hoy?
-No, es de ayer.
-Yo quiero pan de hoy.
-Entonces, venga mañana.
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