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Trabajo y alienación

Tiempo atrás pensé que cualquier trabajo hace mal a la salud, porque cualquier trabajo nos obliga a estar en una misma postura demasiadas horas por día, mover siempre los mismos músculos y no otros, etc. Para la logica del trabajo lo importante es el rendimiento del trabajador, no su bienestar, por lo tanto es mejor que cada trabajador se especialice en una tarea, porque se supone que si una persona hace muchas veces lo mismo cada vez lo hará mejor y en menos tiempo. Pero para nuestra salud psicorporal sería mucho mejor un trabajo en el que pudiéramos variar de movimientos y posturas, y también de estímulos mentales. Ergo, cualquier trabajo nos perjudica, independientemente del placer que nos provoque realizarlo, y si no lo creen pregunten a cualquier músico con tendinitis.

Hasta acá había llegado, cuando hace un mes más o menos, descubrí el pensamiento de Paul Ariès a través de este video.



Me gusta lo que propone Ariès: que los recursos del planeta se repartan por igual entre todos sus habitantes, que haya un sueldo mínimo garantizado para cada ser humano sólo por el hecho de estar vivo, y para lograrlo que nadie pueda tener más de cierta cantidad de dinero; que en vez de deslomarnos trabajando tengamos tiempo para desarrollar otras áreas de nuestra personalidad. Laburamos para consumir, dice Ariès, y asfixiamos el planeta; trabajamos fabricando cosas que no son necesarias, no hacen bien a la sociedad, y desgastamos el medio ambiente. La clave es el desfasaje entre el 20% de población que se consume el 86% de los recursos planetarios, como dice Ariès si extendieramos nuestro sistema de vida a todo el planeta, sucumbe, por lo tanto debemos cambiar.

Cuando lo escuché pensé en Anarres, el mundo "desposeido" de U. K. Le Guin. En su novela Úrsula imagina un planeta donde todos los habitantes tienen lo básico asegurado (comida, vivienda, etc) y al mismo tiempo nadie es propietario de nada. A tal punto los habitantes de Anarres repugnan de la posesión que ni siquiera usan los pronombres posesivos para las relaciones familiares, por ejemplo no dicen "es MI madre" sino "es LA madre" (la parte de esta utopía que me cuesta más deglutir es justamente ésta, que los niños son educados como si fueran hijos de toda la sociedad y de nadie en especial en escuelas comunitarias lejos de sus progenitores. Y la parte que más me conmueve es donde dice que cuando los maestros de Anarres tienen que contarles a los niños que la iniciadora de su revolución política estuvo en la cárcel en Urras, el planeta de origen, se sienten incómodos y tartamudean tal como nosotros cuando tenemos que hablar a nuestros niños de algo obsceno: en Anarres es inconcebible que un ser humano prive de su libertad a otro). Úrsula imagina con bastante detalle esta sociedad e incluso prevé sus limitaciones, pero con estos límites y todo tiene para mí muchas ventajas morales. Son las mismas por las que me fascina Ariès, pero Úrsula lo imagina en una novela y Ariès lo expresa con datos de nuestro planeta, diciendo "es posible, si no se hace es por una decisión política", por eso me gusta tanto. Si yo pudiera elegir, haría el cambio ahora mismo: no me importa perder todo lo que tengo a cambio de que todo el mundo tenga lo mismo que yo. Nunca me abruma el "por qué yo no tengo lo que tienen otros", en cambio siempre me abrumó el "por qué los demás no tienen lo que yo tengo".

Cuando vi el video dije que me parecía muy utópico que se pudiera cambiar tanto por los enormes intereses que están en juego, pero un amigo me contestó largamente haciéndome ver que el problema no es teórico, es palpable, al ritmo que crece la población mundial es imposible mantener nuestro actual modo de vida. Me salió contestarle "¿o sea que sí lo vamos a ver (que se acabe este sistema economico) porque se va a ir a la mierda dentro de poco? ¡Ojalá! cuando las papas quemen algo habrá que hacer, algo habrá que inventar para seguir adelante." Y después vi otro video de Ariès donde dice algo así: vivimos en una cultura de la desmesura y no podemos ponernos límites. Cuando una persona no sabe ponerse límites, los busca a través de conductas autodestructivas: la toxicomanía, el suicido. Una sociedad que no sabe ponerse límites lo busca en el agotamiento de recursos.

Pocos días después vi las conferencias de Robinson que ya publiqué en El tintero, como me gustan mucho, me parece importante difundirlas e indirectamente tienen mucho que ver, las incluyo de nuevo aquí.






Como ven, las ideas son semejantes: seguimos pensando el mundo con ideas anticuadas, pero el mundo cambió mucho y esas ideas ya no son válidas. Si no abrimos el juego y buscamos nuevas soluciones, nos hundiremos. En vez de promover las mismas actividades o conocimientos que llevaban al éxito en el pasado, debemos facilitar el terreno para que surja lo imprevisto y abra una nueva vía.

Quería publicar esto hoy porque es el Día del Trabajador, y por muchas razones impublicables, hoy es una fecha muy especial para mí.

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