Acabo de terminar de leer un libro que me gustó mucho excepto su final, no porque esté mal literariamente, sino porque tal como estoy ahora (y por eso este blog) quiero pensar cosas lindas, y el final es de una tragedia a mi entender innecesaria. Prefiero recordar la novela hasta la página anterior al último capítulo nefasto, y listo.
Es una novela conmovedora, y me dio ganas de comentarla acá, porque me pareció (hasta la página que elegí yo como final) que expresaba cosas que busco aquí: la contemplación de las pequeñas grandes cosas bellas, la conmoción del espíritu que puede provocar un instante de belleza en medio de una vida vacía o triste, fulgor sublime que puede estar provocado por algo artístico (literatura, música, cine, pintura) o por algo humano (movimientos elegantes de los cuerpos, solidaridad humana, reconocimiento de la afinidad espiritual, amistad). Se titula La elegancia del erizo y su autora se llama Muriel Barbery.
Me hizo acordar otra novela francesa actual que también me gustó enormemente: La teoría de las nubes de Stéphane Audeguy. Es magnífica y estremecedora. Cuando la terminé de leer tuve que releerla casi por completo porque no podía devolverla a la biblioteca y separarme enseguida de ella. Me sentía no como si hubiese leido un libro sino como si hubiese encontrado nuevos amigos. Y me prometí en cuanto pueda ir a Francia intentar comprármela en francés (las dos las leí en la traducción catalana; supongo que existe traducción castellana y que el título será igual, y que en cualquier lengua estas novelas merecen ser leidas).
Hace 20 años o más decidí no recomendar libros, así que me siento extraña contando esto. No sé si recomiendo leerlos... este comentario tiene el mismo peso que constatar las flores del cerezo del jardín.
Fotografía: Fuxxión
LIBROGS - Mis libros en el éter informático
Me expando en la ué como gayeta en el agua
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