LIBROGS - Mis libros en el éter informático
Me expando en la ué como gayeta en el agua
Un modesta proposición
Por el mismo precio hago una propuesta que ayudará a reducir el calentamiento global (como la campaña en contra de las lámparas incandescentes de Greenpeace) y también favorece la armonización del universo, por lo menos en el rinconcito en que nos toca vivir (grande yo! en cualquier momento me pongo el turbante! y que sea verde!)
Mi propuesta: que en cada casa, después de hacer las cosas más importantes de la jornada, en el rato que queda antes de irnos a dormir, apaguemos todas o casi todas las luces electricas y nos iluminemos con velas. Además de reducir el consumo de electricidad, la incandescencia de la lamparita, etc, disfrutaremos de la hermosa luz de las velas, tan amigable, con su pequeña llama movediza, viva, tan tierna ella, y seguro que pacifica y armoniza, y nos prepara mejor para irnos a la cama (solos o acompañados, como sea, nos prepara mejor).
Esta propuesta la hice sin analizarla en profundidad, quiero decir: no averigüé si el aumento en el consumo de velas provoca un desajuste ecologico por culpa del aumento de la parafina en el medio ambiente o algo por el estilo. Apenas se me ocurrió, la comparto con ustedes. Dejo a algún otro el análisis de sus consecuencias a gran escala. Como no creo tener tanto poder de convocatoria, me permito sugerir a quien me lea que encienda velas en su casa a la noche y disfrute lo que pasa.
Foto: gentileza Obnebur.
Pejismos en el eter informático
Ayer después de escribir la entrada sobre el cerezo (que tenía en mente desde hacía un par de días) y la entrada sobre la novela de Barbery (que termina nombrando al cerezo) me puse a buscar en internet cosas sobre Barbery y llegué a algo que dice ser su web oficial, que está en muriel.barbery.net, y que recomiendo muchísimo visitar. Y lo primero que veo al entrar ahí es esta foto!
Me estremecí por el pejismo. El sitio de Barbery está armado alrededor de las fotos de Stéphane Barbery, que supongo que es su marido, y ahora está llena de fotos de Japón, porque con la plata que hizo con su libro se tomó un año sabático en Japón. Las fotos son maravillosas, por eso recomiendo que se den un paseo por ahí.
Segundo pejismo informático, como cuando busqué una foto de una salsa de soja y encontré alguien que había pensado lo mismo que yo (lo comenté en un comentario para rendir justo homenaje).
La elegancia del erizo y La teoría de las nubes
Acabo de terminar de leer un libro que me gustó mucho excepto su final, no porque esté mal literariamente, sino porque tal como estoy ahora (y por eso este blog) quiero pensar cosas lindas, y el final es de una tragedia a mi entender innecesaria. Prefiero recordar la novela hasta la página anterior al último capítulo nefasto, y listo.
Es una novela conmovedora, y me dio ganas de comentarla acá, porque me pareció (hasta la página que elegí yo como final) que expresaba cosas que busco aquí: la contemplación de las pequeñas grandes cosas bellas, la conmoción del espíritu que puede provocar un instante de belleza en medio de una vida vacía o triste, fulgor sublime que puede estar provocado por algo artístico (literatura, música, cine, pintura) o por algo humano (movimientos elegantes de los cuerpos, solidaridad humana, reconocimiento de la afinidad espiritual, amistad). Se titula La elegancia del erizo y su autora se llama Muriel Barbery.
Me hizo acordar otra novela francesa actual que también me gustó enormemente: La teoría de las nubes de Stéphane Audeguy. Es magnífica y estremecedora. Cuando la terminé de leer tuve que releerla casi por completo porque no podía devolverla a la biblioteca y separarme enseguida de ella. Me sentía no como si hubiese leido un libro sino como si hubiese encontrado nuevos amigos. Y me prometí en cuanto pueda ir a Francia intentar comprármela en francés (las dos las leí en la traducción catalana; supongo que existe traducción castellana y que el título será igual, y que en cualquier lengua estas novelas merecen ser leidas).
Hace 20 años o más decidí no recomendar libros, así que me siento extraña contando esto. No sé si recomiendo leerlos... este comentario tiene el mismo peso que constatar las flores del cerezo del jardín.
Fotografía: Fuxxión
Es una novela conmovedora, y me dio ganas de comentarla acá, porque me pareció (hasta la página que elegí yo como final) que expresaba cosas que busco aquí: la contemplación de las pequeñas grandes cosas bellas, la conmoción del espíritu que puede provocar un instante de belleza en medio de una vida vacía o triste, fulgor sublime que puede estar provocado por algo artístico (literatura, música, cine, pintura) o por algo humano (movimientos elegantes de los cuerpos, solidaridad humana, reconocimiento de la afinidad espiritual, amistad). Se titula La elegancia del erizo y su autora se llama Muriel Barbery.
Me hizo acordar otra novela francesa actual que también me gustó enormemente: La teoría de las nubes de Stéphane Audeguy. Es magnífica y estremecedora. Cuando la terminé de leer tuve que releerla casi por completo porque no podía devolverla a la biblioteca y separarme enseguida de ella. Me sentía no como si hubiese leido un libro sino como si hubiese encontrado nuevos amigos. Y me prometí en cuanto pueda ir a Francia intentar comprármela en francés (las dos las leí en la traducción catalana; supongo que existe traducción castellana y que el título será igual, y que en cualquier lengua estas novelas merecen ser leidas).
Hace 20 años o más decidí no recomendar libros, así que me siento extraña contando esto. No sé si recomiendo leerlos... este comentario tiene el mismo peso que constatar las flores del cerezo del jardín.
Fotografía: Fuxxión
El jardín del cerezo
Florece el cerezo de mi jardín. Las primeras flores las vi hace pocos días, ayer ya eran notorias muchas más. Y surgirán más, es un arbol bastante grande y con muchas ramas y ya se ve por dónde nacerán las siguientes. Son flores blancas, chiquitas, que surgen pegadas a la rama, arracimadas y enramadas, como ramitos de novias. Y bañan el pasto a sus pies con sus pétalos delicados, como copitos de nieve que no se derriten y permanecen.
Amigos
Justo cuando estamos más hundidos aparece alguien (en directo o través de un mensaje) que nos dice que le interesamos, que quiere nuestro bien, que le importamos, que podemos contar con él/ella. Y ese gesto, palabra hablada o escrita, mirada, palmada en el hombro, apretón de manos,caricia en la cabeza, abrazo, lo que sea, nos levanta de donde estábamos, nos eleva por sobre el pesar, nos deja menos maltrechos, mejor pertrechados, más confortados, menos solos. El milagro de la amistad, de la solidaridad, una vez más renovado sobre la tierra, como un don humano, maná hermano, que nos alimenta y reconforta.
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