Como ya dije en El tintero, "cuando empecé cuentogotas lo hice para curarme, y dio resultado. Estaba atravesando un largo y abrumador período de angustia y oscuridad, y me propuse pensar cosas lindas cada día y compartirlas, obligarme a encontrar algo agradable en cada jornada, aunque fuera algo tan pequeño e insignificante como una gota de agua. (...) Surtió efecto. Al principio pasaba de la angustia a la euforia, (...) pero cuando cuentogotas se hizo cotidiano en mi vida, me di cuenta de que estaba mucho mejor que antes de empezarlo, que el hábito de autoexpresarme me daba mucho bienestar cotidiano." Al principio volcaba en cuentogotas lo bueno que encontraba a mi alrededor, ya fuera la luz sobre los árboles, la lluvia en mi ventana, una frase de Manuel, etcétera, y escribir me provocaba una felicidad extaltante. Cuando escribir se hizo hábito, cuentogotas sirvió para reflexionar sobre mí misma y elaborar sentimientos más complejos, que rondaban siempre en torno al problema de mi autoestima y la necesidad de encarar la vida de otra manera.
Ahora siento que ese nudo antiquísimo de mi personalidad está desanudado. Miro para atrás y no puedo decir exactamente cuándo se desanudó, pero en algún momento y de alguna manera desde que estoy en Buenos Aires ya no me siento igual que antes. A veces aparecen
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Por eso siento que cuentogotas ahora tiene otra misión: ayudarme a escribir cotidianamente, ayudarme a vivir un poco más de la literatura.
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