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Dicotomía del emigrado

La mayoría de las personas nacen, viven y mueren en el mismo lugar; otros muchos millones no viven donde nacieron.

Por supuesto, entiendo por "un mismo lugar" una zona elásticamente amplia: según el caso puede percibirse abarcando pocos o muchos kilómetros, pero lo cierto es que no toda mudanza es una migración.

Intuyo que la distancia más difícil de franquear no es la geográfica sino la cultural, por eso unos pocos metros pueden ser decisivos.

Pero también reconozco un efecto ineludible de la distancia espacial: si los kilómetros que nos separan del lugar natal pueden ser recorridos ida y vuelta en un día (y las circunstancias nos permiten hacerlo varias veces al año) el emigrado se siente muy diferente que si la distancia al lugar natal sólo puede ser atravesada una vez al año o más aún. Otra vez, en esto no sólo cuenta la distancia espacial sino también las condiciones económicas y/o políticas de emigrado y de lugar natal.

Otra clave de la cuestión: la edad a la que migramos. Como dijo Saer citando a Baudelaire: "los niños no viajan, ensanchan su país natal. La patria de un hombre es su infancia."(1)

Ricardo Piglia, otro santo de mi devoción, contó el traslado de su familia de Adrogué a Mar de Plata (400 km) así:

"Yo tenia dieciseis años. Viví ese viaje como un destierro. No quería irme del lugar donde había nacido, no podía concebir que se pudiera vivir en otro lado, y de hecho después no me ha importado nunca el lugar donde he vivido." (2)

Dicotomía: el fantasma del regreso. Vivir en un lugar pensando en otro es como tener una nueva pareja y fantasear cómo nos iría si siguiéramos con la anterior. Al pensar esto me acordé de Juan Goytisolo, cómo recibió la noticia de que si quería podía volver a vivir en España después de muchos años de exilio:

"La misma noche que murió el general Franco, esta muerte llegó para mí demasiado tarde. Era como recibir un sí a una propuesta amorosa que se había hecho unos años antes. Luego estás enamorado ya de otra persona y este sí ya no tiene ningún sentido." (3)

Es vivir atrapado en una Rayuela: escindido entre "el lado de allá" y "el lado de acá", a los saltos, con los capítulos trastocados, intentado llegar al Cielo y aterrizando de nuevo en la Tierra.








(1) Juan José Saer: Razones (cito de memoria, el libro quedó del otro lado del océano).
(2) Ricadro Piglia: " En otro país", Prision perpetua, Bs. As.: Sudamericana, 1988.
(3) Juan Goytisolo, entrevista aparecida en revista Babel, año II, nro 13, diciembre 1989, Buenos Aires.


Fotografía: Martin Waugh, Liquid Sculpture.
Portada de Rayuela, de Julio Cortázar, Bs. As: Sudamericana.

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