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Un caso de peluquería interior

Cuenta la leyenda famliar que nací con la cabeza bien cubierta de pelo oscuro y revoltoso, razón por la cual mis padres me apodaron cariñosamente "Juan Cepillo". Las revoluciones de mi cuero cabelludo siempre fueron el comentario irrenunciable de los peluqueros/as que tuvieron la suerte de vérselas con mi cap(h)ilaridad. También fueron motivo de reflexión por mi parte, cada vez que intento que una mata de pelo vaya para un lado y resueltamente se vuelca hacia el contrario, con una firmeza que agradecería tener en otros aspectos de mi ser. Tanta convivencia con mis remolinos capilares me hizo preguntarme hoy: ¿no será que los remolinos de mi cabeza no están sólo del cuero cabelludo hacia afuera? ¿No será que sus raíces son más profundas que los bulbos pilosos y se prolongan hasta los axones de mis neuronas? ¿No tendré el mismo dibujo ensortijado decorando las circunvoluciones de mi cerebro?

Fotografía: Martin Waugh, Liquid Sculpture.

2 comentarios:

Diana Pérez dijo...

Brillante la pregunta (extensible a tout le monde...). ¿Te conté de mi nueva teoría? Despues de los 40, todos estamos chapita.
Nos vemos y charlamos del tema, dale?

gotamarina dijo...

Síiiiiii!!!!!!!!
Algo así, lo de estar chapita, no sé si a partir de los 40 o de nacimiento. Anoche acuñamos el neologismo "upitismo" que vendría a ser la posibilidad de calibrar cuán del upite está cada uno.
Besos!