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Nocturno matinal

Sonó el despertador, tantée la mesa de luz en la oscuridad buscando el interruptor del velador, escuché el clic clic, y nada ocurrió. Probé otra lámpara a mano y lo mismo. Me vestí con una linterna y desayuné a la luz de las velas. Cuando salí a la calle para ir a trabajar vi que no sólo no había luz en las casas vecinas (cosa lógica por la hora) sino tampoco en los faroles de mi calle ni en las calles cercanas, nada. Extrañamente sí estaban iluminados por dentro, con una luz fantasmal de tan blanca, algunos edificios municipales como el pabellón deportivo y los ascensores nuevos de un grupo de pisos. Caminé en la oscuridad matinal con una sensación de extrañeza ante la falta de electricidad, pensando en qué distinto se veía todo sin luz, imaginando un pueblo abandonado, cuando al llegar a la esquina de la fábrica volvió de golpe, al mismo tiempo en todos lados: en la fábrica, en los faroles de la calle, en la concesionaria de coches, en la estación de servicio... todo lo que habitualmente está encendido a esa hora volvió a encenderse.

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