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Hoy todo salió bien

Es notorio hasta qué punto el tiempo atmosférico influye en mi vida. Ya me gustaría a mí no ser tan vulnerable a las circunstancias climáticas, sin embargo todos mis intentos de abstraerme de las coyunturas adversas circundantes, que tienen éxito en otros aspectos de mi vida, fracasan cuando se trata de lidiar con la presión atmosférica y la temperatura ambiente mancomunadas contra los seres vivos. Es una limitación importante que el rango de temperatura ambiente en el que me siento cómoda sea tan estrecho. Años atrás, cuando le conté a una compañera de mi nuevo trabajo que así como me pone mal el mucho calor también me pone mal el mucho frío, ella resumió la situación con un "es decir, te molesta la temperatura", frase que me pareció más bien graciosa y por eso la recuerdo, pero en realidad no es tanto la temperatura como la presión atmosférica y la humedad ambiente y ese tipo de cosas que pueden hacer de un día de verano una pesadilla pegajosa. En invierno si hace mucho frío me achucho, pero en verano no hay dónde esconderse...

Este verano sufrimos dos o tres semanas de un calor bochornoso, agobiante, descarado, sofocante, inaguantable, inigualable, escandaloso, aplastante, inhumano, asfixiante, aborrecible y bestial. De día, estar al aire libre era como estar metido en un horno encendido. Al resguardo del sol y con un ventilador la cosa mejoraba un poco, pero a la noche las habitaciones continuaban ocupadas con el aire caliente del mediodía y no podíamos dormir en paz. Poco pude hacer estas semanas: algunos trámites y averiguaciones, grabar en crudo algún minivideo para el blog (que todavía no tuve tiempo de subir), ir a la Radio con Rosa... pero no pude empalmar ni dos palabras seguidas.

Finalmente el jueves llovió toda la noche, y el viernes estuvo nublado y soportable todo el día. Según me dijeron, se anunciaban temperaturas aceptables los próximos dos o tres días. Además, justo me habían pagado el sueldo extra semestral (la "paga doble" española o "aguinaldo" argentino). Por una vez tuve reflejos rápidos y decidí que el sábado Manuel y yo nos podíamos ir a pasear a Barcelona (Rubén no podía porque tocaba a la noche). Lo del dinero extra no es una cuestión menor, entre el autobus desde el pueblo a Barcelona, lo que uno morfe mientras está por ahí por más que sea sólo una hamburguesa, y sobre todo las entradas a los lugares turísticos que son carísimas, ir a pasear un solo día puede ser un agujero en el presupuesto mensual. Pero habíamos hecho con Manuel una lista de lugares para visitar y él tenía muchas ganas de ir al Teleférico del Puerto, ya lo habíamos intentado una vez y lo habíamos cancelado, y sobre todo: mejor aprovechar un día de 24 o 26 ºC antes de que de un día para otro vuelva a hacer 36 ºC... y allá nos fuimos.


Esta vez todo salió bien: nos levantamos a las 8 de la mañana, tomamos el autobus de las 9, llegamos 11 y algo a Barcelona, tomamos el metro a Montjuïc, sacamos dinero de un cajero próximo, hicimos la primera pausa para comernos una banana (Manuel) y una manzana (yo), subimos la primera cuesta del Montjuïc, llegamos a la estación Miramar del Teleférico del Puerto y ¡estaba cerrado por "revisión y mantenimiento"! Pensamos que estaría cerrado todo el día...



Nos quedamos disfrutando la espectacular vista del mar y el puerto de Barcelona, y cuando nos estábamos por ir a la segunda parte del paseo sin poder cumplir la primera parte, Manuel quiso un helado y nos quedamos un rato más ahí comiendo el helado. ¡Por suerte! Porque mientras comíamos el helado vimos que las cabinas del teleférico se movían... ¡Ya estaba en marcha de nuevo! Sacamos nuestros tiquets y fuimos los primeros en subir, y así lo que pareció un contratiempo (el momentáneo "cerrado por revisión") se convirtió en una ventaja, porque no hicimos ninguna cola para subir... y allá nos fuimos, desplazándonos por los aires sobre el puerto, a una altura vertiginosa, pasando de una torre a la otra... Bajamos en la última, nos quedamos un buen rato apreciando la vista y de vuelta al Montjuïc. ¡Fantástico!


Después fuimos a almorzar, y después la segunda parte: funicular + teleférico del Montjuïc para llegar al Castillo de Montjuïc. El funicular ya lo conocíamos pero a este teleférico y al castillo habían venido Manuel y Rubén en el invierno y sin mí. Comparado con el otro éste es super moderno, ¡parece un parque de diversiones! Recorrimos todo el castillo, pasando por todos los cañones, patio de armas, techo, y después de un rato hicimos el camino inverso: teleférico-funicular-metro, parada para meriendita y el tiempo justo para agarrar el último autobus a casa a las 7 de la tarde. ¡Gran paseo!


Y si todo salió tan bien, tan armoniosamente, con tanta fluidez y goce, se debe a muchas pequeñas cosas, claro, pero sobre todo, lo que enmarcó un día perfecto sin molestias ni contatiempos ni malos humores fue que ¡el Dios de los Meteoros estuvo de nuestro lado! El día estuvo precioso, un sol cálido y acogedor que acompañaba sin presionar, una brisa suave que acariciaba, un día nítido y despejado para disfrutar las vistas, en fin... ¡todo perfecto!

Todo parece indicar que más allá de cierta presión atmosférica mi cerebro no funciona... habrá que aprovechar los días buenos.

3 comentarios:

Alfredo Perez dijo...

Marina:
Existen algunos lugares donde el clima atmosférico puede estar cerca del ideal soñado. El que conozco es Caracas (Venezuela), pero debe haber otros similares alrededor del mundo.
La receta es: no más de 10 grados del Ecuador, para que no haya estaciones y los días sean parejos con las noches, un valle a 1000/1500 metros sobre el nivel del mar para fresco y menor presión atmosférica, y que las montañas eviten vientos de otras zonas, por último, no más de 20 km de gran lago - mar - océano, para mejor estabilidad de temperatura, ya que los climas internos (mediterráneos) se mueven entre extremos pronunciados.
Eso sí, si después de vivir tres o cuatro años sentís la opresión de la monotonía, de pensar "cuándo va a pasar algo", no te quejes, no siempre los sueños dicen toda la verdad.

Rosa Mª Prat dijo...

Hola Marina!, a mi ese calor del que hablas me suena!.

Es como si lo hubiera vivido.

Suerte del pequeño ventilador, que nos recordaba algo parecido al aire!.

Parecíamos conejillos a l'ast eh?.

Lo que se hace por la música, la poesía, la radio y los buenos amigos.

Fue un placer ser un conejillo a l' ast con ustedes,y asarnos juntos, pero la lluvia, que refrescantes y bonitos tus vídeos!!!

Muchos besos!!!!

gotamarina dijo...

Hola Pa, hola Rosa! Gracias a los dos por los comentarios! Soy breve pero los quiero... Abrazos!