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El Agua y el Zazen


Entre un Buda perfectísimo y nosotros, que somos gente corriente, no existe ninguna diferencia en cuanto a la sustancia. Esta "sustancia" se puede comparar al agua. Una de las características más sobresalientes del agua es su adaptabilidad a cualquier forma: la pones en un recipiente redondo, y es redonda; la pones en uno cuadrado, y queda cuadrada. En nosotros está esta misma adaptabilidad, pero como vivimos atados y dominados por la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza, hemos perdido esta libertad. Siguiendo con la metáfora, podemos decir que la mente de Buda es como agua tranquila, profunda y cristalina, en la que "la luna de la verdad" se refleja plena y perfectamente. La mente del hombre corriente, sin embargo, es como agua fangosa constantemente agitada por las ráfagas de viento del pensar engañoso y ya no es capaz de reflejar la luna de la verdad. Sin embargo, la luna brilla sin desfallecer sobre las olas, pero como las aguas están revueltas, somos incapaces de ver su imagen. Y así llevamos unas vidas frustradas y sin sentido.

¿Cómo podemos conseguir que la luna de la verdad ilu
mine plenamente nuestra vida y persona? Ante todo nos urge purificar, limpiar el agua, calmar las olas que se levantan, parando los vientos del pensar discursivo. Con otras palabras, debemos vaciar nuestras mentes de lo que la Kegon-sutra llama "pensar conceptual del hombre". La mayoría de la gente le atribuye un gran valor al pensar abstracto, pero en la tradición del Budismo se señala claramente que el pensar dualista origina engaño. Se ha llegado a decir que "el pensamiento es la enfermedad de la mente humana". Desde el punto de vista budista, esto es completamente cierto. Sin duda el pensar abstracto es muy útil si se emplea sabiamente, es decir, cuando se entiende bien su naturaleza y limitaciones, pero mientras los seres humanos sigan esclavos de su intelecto, dominados y controlados por él, con razón se les puede llamar enfermos.

Todos los pensamientos, igual da que sean nobles o bajos, son cambiantes y variables, tienen un principio y un final, incluso si están con nosotros fugazmente, y eso es así tanto en el caso de un individuo como en el de una época. En el Budismo, el pensamiento se relaciona con el "río de vida y muerte". Es importante, en este contexto, distinguir
entre el papel que juegan pensamientos transitorios y el papel de conceptos o ideas fijas. Las ideas periféricas son relativamente inocuas, pero ideologías, opiniones, creencias, puntos de vista, y no olvidemos el conocimiento de hechos acumulado desde el nacimiento, son las sombras que oscurecen la verdad.

Mientras los vientos del pensar continúan abatiendo el agua de nuestra "naturaleza propia", no sabemos distinguir la verdad del engaño. Por lo tanto se impone acallar, sosegar estos vientos. Cuando han cesado, las olas se calman, el fango se posa y percibimos directamente que la luna de la verdad siempre estuvo brillando. Esto ocurre en el momento de la iluminación o visión esencial; entonces caemos en la cuenta de la verdadera na
turaleza de nuestro Yo verdadero. A diferencia de los conceptos morales o filosóficos, que son cambiantes, la visión esencial no caduca. A partir de este momento se es capaz de vivir con paz interior y dignidad, libre de complejos e inquietudes, y en armonía con nuestro entorno.

Introducción al Zazen
Basado en el "Sosan no honashi" del San-Un Zendo de Kamakura
(adaptado ligeramente por Kiunan)


Fotografías: Nick Peeff, Escaping to Paradise

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