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Tai Chi y Bioenergética

¿Alguna vez les pasó encontrarse con algo y sentir que era eso lo que necesitaban encontrar en ese momento? A mí me pasó sobre todo con libros, pero puede pasar con músicas, películas, etc. Si pasa con una persona la cosa se pone más compleja porque ahí interactúan dos. Ahora en lo que pienso es en cuando nos encontramos con algo y sentimos que justo eso nos viene como anillo al dedo para lo que estamos viviendo en esa época.

Siento esto con las clases que empecé a tomar hace un mes más o menos. Me inscribí por hacer Tai Chi, algo que hice sólo seis meses hace más o menos 15 años pero siempre me quedó el recuerdo de que era genial, que me venía genial hacerlo, y siempre desée retomar. Estas clases además de ser de tai chi las anunciaban como de ejercicios de bioenergética, y cuando me anoté no pensé en Lowen, no pensé en nada, sólo en tai chi y en que la palabra bioenergética suena bien, pero no sabía si se referían a Lowen o no. Y sí , los ejercicios son los de Lowen. ¡Genial! Cuando leí a Lowen hace 6 o 7 años me pareció buenísima su teoría y me quedé deseando hacer sus ejercicios; también me dije que si hubiera encontrado un terapeuta bioenergético en el pasado, mi vida habría tenido un cariz muy diferente, mi terapia habría picado mucho más en punta, me parece. Las clases que hago los lunes me encantan, me producen un gran efecto, me hacen mucho bien. Me gusta el profesor y el ambiente que crea entre las que participamos. Son sagradas para mí, no me las pierdo por nada.

Tengo esta sensacion de que justo ahora me viene fantastico hacer esto, y me acuerdo de lo que me pasó el año pasado con el libro de Clarissa, que lo tuve en mi mesa de luz durante dos años sin poder leerlo y cuando lo leí sentí que era justo entonces que me venía perfecto leerlo. De la misma forma durante los últimos meses tuve en mi bolsillo un papelito que decía que en la esquina de casa se daba tai chi, y no fui nunca a preguntar. Me olvidaba del papelito, cuando me acordaba tampoco iba, y despues me volvía a olvidar. En cambio ahora, cuando supe que daban este taller, fui a preguntar, consulte el precio, me decidí, me inscribí y pagué en el mismo momento, y cuando empezó estaba con todas las pilas para hacerlo. Y es el mismo taller, es el mismo profesor y las mismas compañeras que hubiera tenido con el papelito anterior, pero ahora en vez de estar en la esquina estamos a 2 cuadras de mi casa.

Entonces, ¿cómo es? Hay algo intangible que nos guía y que nos acerca a las cosas cuando estamos más disponibles para recibirlas. Estoy segura de que es así. Si hubiera hecho estas clases el año pasado creo que no las habría aprovechado tan bien como ahora.

Hoy el profesor dijo: el cuerpo busca el placer. Si dejamos libre nuestro cuerpo, si lo escuchamos y lo seguimos, naturalmente hará los movimientos que lo lleven a sentirse bien. Es natural, no falla.

Me gustó esta idea. Me parece mucho mejor que lo que venía sintiendo últimamente, que las marcas de mis pesares ya están inscritas en mi cuerpo con tinta imborrable. Mucho mejor (incluso aunque no sea cierto, pero la esperanza es lo último que se pierde) pensar que si no reprimo los movimientos naturales mi cuerpo encontrará sólo su bienestar.

Los ejercicios de bioenergética que hacemos tienden a liberar la tensión retenida en el cuerpo y a abrir los espacios contraidos y tensos. Básicamente son posturas un tanto forzadas, que al mantenerlas más de lo que las mantendríamos en la vida cotidiana, provocan reacciones inhabituales como vibraciones, movimientos involuntarios, etcétera. Una compañera en una clase se mareó y vomitó. Otra tuvo un ataque de risa imparable durante 20 minutos o más. En condiciones normales tales reacciones las reprimimos, no queda bien ponerse a temblar en público, y por lo tanto ni siquiera nos lo permitimos en privado. Pero ¡qué agradable que es vibrar! Y después de unos cuántos ejercicios así, en que nos permitimos respirar a fondo y exhalar gritos y susurros, me siento mucho mejor.

Fotografía: Nick Peef, Escaping to Paradise.

El silencio

Pasó un ángel durante la cena, y dije

--¡Qué hermoso silencio!

y Manuel:

--No lo interrumpas, a este silencio.

y Rubén:

--Es lindo el silencio...

...es lindo (pensé), y sólo podemos admirarlo en silencio, porque si lo alabamos, lo destruimos.


Muy elocuente la idea de Manuel de que hablar es interrumpir el silencio. ¿Oído de músico? Para los musicos (supongo) los silencios son tan palpables como los sonidos.