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Imágenes de la psiquis

Me dio por pensar cuánto influye en nuestras vidas cómo imaginamos nuestra propia y personal psiquis. Una imagen poderosa más todavía por lo fantasmagórica, en el sentido de que habitualmente no nos ponemos a reflexionar sobre cómo percibimos nuestra psiquis, y por lo tanto lo que percibimos nos gobierna mucho más por incuestionado.

Me puse a pensar después de leer a Clarissa y recordar al Sí-Mismo de Jung, y después de hablar con un amigo y que me recordara a Freud, y me dije:

Evidentemente si imagino que tengo dentro mío un padre severo y castrador que me obliga a hacer lo que le parece aunque yo no quiera, que la parte de mí que quiere jugar y divertirse es como un niño desbocado y egoísta al que hay que mantener a raya, y que la parte de mí que queda libre entre estos dos personajes es una pobre personalidad maltrecha y magullada por los tironeos de ambos, si imagino todo esto, me sentiré diferente que si dentro mío siento un centro psíquico de unidad e integridad atemporal, ligado a la especie. Y también me voy a ver a mí misma de una forma muy diferente si imagino que dentro de mí vive una Mujer Salvaje, hermosamente animal e innatamente sabia, que no se confunde, no duda, y puede amarme y guiarme. De todas estas opciones (hay más) de momento la que me resulta mucho más agradable, estimulante y placentera es la última.

Pero un poco después me surgió otra imagen, esta vez no por lecturas sino por esta búsqueda de la salud psicorporal en la que me encuentro. Ahora imagino mi psiquis como un organismo vivo que se alimenta diariamente con lo que encuentra. La imagen surgió por mi respiración: ¿y si mi psiquis estuviera entorpeciendo mi respiración para darme a entender que tengo que encontrar una nueva respiración, es decir una nueva fuente de alimentación? ¿Si estuviera tratando de decirme que deje de alimentarme del alimento psíquico que vengo tragando desde hace años y que me busque otra fuente más nutritiva? Imaginemos la mente como un organismo vivo, no en el sentido en que cualquier neurocientífico diría que la mente son sólo neuronas y asociaciones nerviosas entre ellas, no, imaginemos algo más interesante, un ser vivo que necesita como todo ser vivo alimentarse por lo menos una vez al día, e idealmente varias veces al día, o quizá todo el tiempo, y que diariamente se alimenta con lo que recibe en su entorno, entendiendo "entorno" tanto lo exterior como su propia capacidad y función psíquica; algo así como si este organismo al procurarse comida estuviera fabricando su propio alimento. Lo fabuloso de esta imagen es que una vez hecha conciente (antes no) siento que puedo elegir de qué alimentarme psíquicamente. Puedo rechazar alimentos que me estuve tragando sin cuestionamiento y decirme "esto mejor no me lo trago, porque ya sé que me cae indigesto" y dejarlo pasar; puedo elegir, porque desde el momento en que yo misma participio en la elaboración de mis alimentos, puedo ser más selectiva y buscar nuevos sabores, o hacer dieta de desintoxicación; y puedo encontrar lo que sea, porque de última está todo adentro mío. Me gusta esta imagen, me hace bien. En este momento, me resulta más útil incluso que la Mujer Salvaje de Clarissa.

Más allá de cuál imagen elegimos, incluso si cambiamos de una a otra según cuál nos sea más útil en cada momento de nuestras vidas, lo que sí veo claro es que podemos pasarla muy bien o muy mal según con qué imágen nos quedemos. Me hace acordar cosas que escuché sobre "la imagen corporal", es decir algo así: todos tenemos un cuerpo, pero además tenemos una imagen de nuestro propio cuerpo, y a menudo puede estar muy distorsionada. Por ejemplo, una persona anoréxica sigue viéndose horriblemente gorda por más que se le asomen las costillas. Algo así puede pasar con nuestra "imagen psíquica". Podemos estar convencido de que somos unos seres tortuosos y abominables, cuando en realidad los sentimientos que tenemos son de lo más comprensibles y humanos que hay (o animales, en el sentido de Clarissa). Cuánta fuente de tortura espiritual por temor al pecado desaparecería si dejáramos de sostener la imagen psíquica que está por debajo. Cuánto mejor lo pasaríamos si nos acogiéramos a una imagen psíquica benévola y tolerante.

El libro de la tía Clarissa y yo

Ahora que terminé de leer el libro de Clarissa (1) puedo por fin ponerme a escribir cosas que me fueron pasando mientras lo leía.


Lo primero que me llamó la atención cuando comencé a leerlo fue que está todo escrito en femenino. Tal vez no sea tan novedoso como a mí me pareció (es posible que haya más libros escritos así, sólo que yo no los leí nunca); además, puesto que se trata de un libro de psicología femenina y está escrito para ser leído por mujeres, es lógico que esté en femenino. Ahora bien, mi primera sensación con esto fue darme cuenta de cuán acostumbrada estoy a leer libros en masculino, incluso aunque el objeto de estudio seamos las mujeres o el género humano. Todavía recuerdo la escena en mi lejana infancia -estaba en el jardín de infantes, o sea que tenía menos de 6 años- en que una maestra nos explicó que si en un grupo hay mujeres y hombres, incluso aunque haya muchas más mujeres y un sólo hombre, lo correcto es hablar en masculino. Entonces me pareció sumamente injusto, pensé que la maestra debía de estar equivocada, porque me pareció una desproporción exagerada: habría sido más justo una especie de "mitad y mitad"; pero con los años me acostumbré. Tanto me acostumbré que el libro de Clarissa me asombró, y me provocó una sensación refrescante, higiénica diría, algo como "por fin hablan de nosotras". Imaginé un hombre leyendo este libro y teniendo que extrapolar lo que dice Clarissa del femenino al masculino (cambiando "las mujeres..." por "los hombres...") y me di cuenta de que este lector estaría haciendo el mismo trabajo mental que nos toca hacer a nosotras tantas veces.


Porque es cierto que mucho de lo que dice Clarissa puede aplicarse tanto a mujeres como a hombres, y ella pocas veces se ocupa de aclararlo o de utilizar alguna variante neutra como "las personas" o "los seres humanos" sin implicar sexo. No, ella insiste en decir "las mujeres", y con los siglos de acostumbramiento al uso del lenguaje que tenemos, suena a que estuviera implícito que aquello de lo que habla le pasa a las mujeres y no a los hombres. Al principio esta cuestión me desorientó, hasta que me imaginé que le plantearan a Clarissa este cuestionamiento de "¿por qué habla sólo de mujeres cuando lo que dice también se puede aplicar a hombres?" y me la imaginé encogiéndose de hombros y respondiendo simplemente "¿Y a mí qué? Yo quiero hablar de las mujeres; de los hombres ya se ha escrito mucho, que se ocupen otros. Si lo que yo digo también es de provecho para los hombres, enhorabuena". (Aclaro por las dudas: no estoy diciendo que la Clarissa real haya respondido esto alguna vez, sino que después de leer todo el libro sigo sintiendo que la voz narradora podría responder así).


Ahora que lo terminé pienso que su gran efecto no se basa solamente en que habla en femenino, sino en que transmite la sensación de que es un libro escrito "desde dentro". Habla de psicología femenina pero no transmite la sensación de que se trata de un investigador hablando de su objeto de estudio, sino que es una persona hablando de lo que ve, lo que sabe, lo que pudo aprender con los años, lo que ha compartido con su familia, sus amigas y sus pacientes, y lo que ha vivido ella misma.


El libro de Clarissa está basado en psicología junguiana, que de lo poco que yo leí de psicología tiene mi absoluta preferencia. Cuando descubrí a Jung fue como descubrir un amigo, un pariente lejano que nunca había conocido, porque explica con palabras muy claras cosas que yo ya había vivido antes de leerlo, cosas que son parte de mí. Básicamente la idea del "proceso de individuación" me resulta muy útil, y su teoría de los tipos psicológicos ¡es genial! yo propongo que se enseñe en las escuelas, a los pediatras y psicopedagogos, que se den cursos para padres, que se aplique en los consultorios sentimentales, etc, porque si todos tuviéramos en cuenta nuestras diferencias tipológicas a la hora de intentar comunicarnos unos con otros, seríamos más tolerantes y comprensivos con lo ajeno.


Al poco de leer a Clarissa me di cuenta de que lo que ella había hecho era transformar el concepto del "Sí-Mismo" de Jung (que es un concepto abstracto y por lo tanto puede resultar difícil de asimilar) en una personificación humana-animal-femenina como es la Mujer Salvaje que, según Clarissa, vive dentro de cada una de nosotras. No veo gran diferencia entre el "Sí-Mismo" de Jung (que siempre me cayó muy simpático) y la Mujer Salvaje de Clarissa, excepto que la Mujer Salvaje está personificada, y eso nos permite atribuirle características humanas como amar, esperar, escuchar, guiar, aceptar, acudir en nuestra ayuda, etc. Diría más cosas sobre esto pero lo dejo para la próxima entrada.


Y acá llegamos al aspecto "tía buena" de Clarissa. Porque lo que tiene de genial es que todo le va bien, acepta todo, sin reproches ni censura. Nos impulsa a ser creativas y vivir en consonancia con nuestro ser instintivo, pero si estamos perdidas, nos pasamos un largo período a la deriva, incómodas, sin saber qué hacer, paralizadas, o en babia, o en rabia, o descontroladas, o lo que sea, no importa, todo eso es parte de nuestra evolución, y tarde o temprano saldremos adelante; y esto nos lo dice con una fe tan contagiosa que mueve montañas psíquicas. Por eso digo que es como una tía buena que nos escucha, nos consuela, nos cuenta cuentos y nos alimenta y estimula para seguir jugando.


Lo que hace Clarissa con los cuentos populares y los mitos (contarlos y luego interpretarlos como antiguas y eternas pautas de aprendizaje psíquico) no me resulta novedoso, me hace acordar al libro de Joseph Campbell El héroe de las mil caras que leí hace catorce años y que también me gustó y me ayudo muchísimo; y en última instancia tiene que ver con Jung y los arquetipos. Lo que sí me resultó novedoso y disfruté mucho fue lo que dice sobre el oficio de contar cuentos como medicina.

Después de leer el libro completo releí la introducción, que antes me costó leer, y me gustó mucho más y la pude aprovechar mejor.

Por último, el valor más importante que tiene para mí el libro de Clarissa es que logra transmitir algo de lo que intuí meses atrás y traté de describir en su momento (marzo de este año):

La certeza, en primer lugar corporal, y a continuación mental, de que el conjunto de ........... (me falta la palabra adecuada) que incorporé en mi niñez me distorsiona, que mi verdad, mi ser, está constituido de otra manera, que lo esencial y nutritivo del universo es de otra sustancia y fortalece de otra manera que de momento no encuentro palabras para describir. "Como de costumbre, lo esencial no se ha dejado decir", diría Pichon Garay, y yo agrego "ni hoy ni nunca", siglos de literatura y religión no lo han dicho, o al menos yo no lo encontré nunca, ni fue oído demasiado. Y sin embargo, una nueva tozudez me habita, esto incipiente que de tanto en tanto me es dado percibir, esta pequeña llamita trémula, siempre a punto de apagarse, esta intuición inasible, deseo con toda mi alma transmitírsela a Manuel y ahorrarle caminos vanos en su crecimiento.

Siento que Clarissa habla de esto, y eso significa que alguien ha logrado poner en palabras mi intuición.
¡Chin pun!

(1) Clarissa Pinkola Estés: Mujeres que corren con los lobos. En la entrada de junio de este año hablo de cómo llegó el libro a mis manos y cómo comencé a leerlo.

Fotografías: Dorothea Lange

La mochila

Esto es un poco difícil de explicar... a ver qué tal me sale.

Tiene que ver con aquello innombrable de lo que empecé a hablar en Espalda y respiración (enero de 2008), con algo que ha falta de nombre mejor empecé a designar con un neologismo que me inventé, que no suena bien pero es útil: salud psicorporal (porque el psico-corporal me molesta mucho, y si el "co" pertenece a los dos aspectos del concepto, expreso más unidad que con un guioncito en el medio, y eso es lo que quiero).

El domingo pasado nos fuimos de picnic al río, pero en vez de ir al río de nuestro pueblo, salimos con el auto a buscar un lugar nuevo. Seguimos unas vagas indicaciones que teníamos y llegamos a donde pensábamos, pero descubrimos que no podíamos seguir más allá con el auto, que hasta llegar al río donde hacer picnic teníamos media hora de caminata. Empezamos a caminar, yo llevaba una mochila con el almuerzo, y al poco de andar me di cuenta de que la mochila cargada me resultaba incómoda, que no había salido mentalizada como para caminar cargando una mochila, y por lo tanto me molestaba su peso. Por suerte a los pocos pasos me acordé de que la mochila que usaba tiene una riñonera, es decir una especie de cinturón adosado para abrocharlo sobre la cintura cuando uno va cargado y que el peso descargue sobre las caderas en vez de descargar todo sobre los hombros. Por lo general no usamos esta riñonera porque nunca llevamos muy cargada la mochila, y está abrochada sobre sí misma a nuestra espalda, pero esta vez me la calcé, y fue un gran cambio. Inmediatamente la mochila dejó de molestarme y yo de sentirla pesada, el peso estaba bien calzado sobre mis caderas, yo me podía mover con más firmeza, mis hombros no estaban aplastados por el peso... gran cambio!

Como ya conté antes, desde hace tiempo intuyo que los problemas de mi espalda tienen que ver con la respiración, y por tanto me interesan los chakras. También pienso que tienen que ver con un bloqueo energético super antiguo y anquilosado, que logró liberarse muchísimo con la rotura de los recipientes días atrás, pero no del todo; o bien sí se destrabó lo espiritual, pero mi cuerpo ya lleva tantos años de contracturas que no puede volver a su sitio tan rápidamente. Ya he visto que para dejar de estar tan encorvada y por lo tanto dolorida muchas veces lo más importante que tengo que hacer no es en mis hombros o mi columna, sino dejar lugar en mi pelvis, una zona en la parte baja de mi vientre unos dedos por debajo del ombligo y bien adentro de mi ser (donde tengo entendido que hay un chakra): si dejo libre esa zona y le doy espacio, puedo estar erguida con desenvoltura. Caminando hacia el río me di cuenta de la relación entre las dos cosas: si pudiera descargar el peso energético de mis hombros y descargarlo en el centro de la vida de mi pelvis, probablemente estaría mejor.

Y me acordé de la psicóloga con la que trabajé en Valle Hermoso todo el último año antes de irnos. Muchas veces en nuestros encuentros ella me proponía imagenes para que yo las trabajara por mi cuenta y luego le contara qué había visto. Era una buena forma de trabajar, vimos muchas cosas interesantes. Pero hubo una imagen que nunca pude trabajar: casi al comenzar, me habia pedido que imaginara que llevaba conmigo una mochila que la tenía desde mi nacimiento, que me imaginara recorrer mi vida con esa mochila a cuestas y que viera todo lo que había metido adentro; y que me detuviera para abrir la mochila, sacar todo lo que había dentro cosa por cosa y me preguntara si quería seguir cargándolo o no, y eligiera si volver a ponerlo en la mochila o no. Esta imagen me pareció siempre muy poderosa, y tuve la intención de trabajarla, pero nunca pude. Algo había en la imagen que me paralizaba, algo me asustaba, algo así como el temor a lo que encontraría y qué hacer con ello. Y no pude, nunca pude revisar la mochila. Ni siquiera ahora tengo claro qué llevo en la mochila. Pero encontrar la relación entre estos dos puntos de mi ser (la joroba de mi espalda y mi bajo vientre) es una gran cosa.

El tercer lado del universo

Siguiendo con sus exploraciones intergalácticas, Manuel hoy se inventó "el tercer lado del Universo", y me explicó que el primero es éste en el que estamos, el segundo es ése donde el cielo es rosa, etc, y el tercero es como éste, pero todos los planetas son Tierras como nuestro planeta Tierra.
¿Tendrá ganas de vecinos amigables?

El agua de todos - Una contribución de Pan de Humo

Esto pasó en Pan de Humo en abril de este año, pero por esas cosas de que a veces me domina el pensamiento Panigassi del "una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa" no pensé que podía compartirlo en cuentogotas hasta ahora.

Todo empezó con la propuesta de Pepo del último miércoles de abril, un fragmento de un poema de Antonio Gamoneda:

SIENTO EL AGUA (fragmento)

Me he sentado esta tarde a la orilla del río
mucho tiempo, quizá mucho tiempo,
hasta que mis ojos fluían con el agua
y mi piel era fresca como la piel del río.

Cuando llegó la noche, ya no veía el agua
pero la sentía descender en la sombra.
No escuchaba otro ruido que aquel ruido en la noche;
no sentía en mí más que el sonido del agua.
¡Tantos seres humanos, tan inmensa la tierra,
y este ruido en la noche ha bastado para llenar mi corazón!

que provocó una seguidilla de confesiones sobre la relación de cada uno de nosotros con el agua,

empezando por Pepo, transitoriamente en Inglaterra:

"En mi paisaje, no hay agua, lo que llamamos 'río' es un barranco seco donde todavía crecen los tamariscos; por eso, me impresiona el lenguaje de los ríos mansos, aunque no sé muy bien lo que dicen, pero me hablan. Sheffield no tiene río, pero junto a mi casa hay un pequeño estanque donde se refleja el frío y el invierno de los árboles. Cuando me acerco a él, siento miedo, sé que sus aguas me obligarán a un acto de intimidad y así me ocurre día tras día, como un pequeño milagro. Su superficie siempre me parece profunda, será por los reflejos de los árboles o será porque uno resbala por ella hacia un lugar propio, pero desconocido.

después María Jesús:

"El éxtasis contemplativo y auditivo de Gamoneda no me resulta extraño y tampoco esa plenitud-felicidad que la sola existencia del agua y su sonido proporcionan al poeta, pero (...) que la presencia de los otros a quienes aprecio, quiero, amo me resulta cada vez más necesaria y sin ellos nunca alcanzaría la felicidad modesta y transitoria de la que ahora disfruto. (...) Necesito, cada vez con más intensidad, las voces de los otros."

a continuación, Bea:

"En mi infancia sí hay ríos, y agua mucha agua, del mar, donde me siento en ca
sa, del "pozo del cacao", donde mi padre se bañaba de niño y mis hermanos y yo también lo hicimos, de los viajes a Como, donde en los barcos que lo atraviesan y te permiten contemplarlo desde su centro me he sentido más en paz que en ningún sitio. El agua es para mi una compañera necesaria, otra visión de lo mínimo este poema. Comparto con María Jesús la necesidad de los seres queridos, pero para darles la mejor versión de mi misma necesito ese instante de vacío, de ver bailar al agua... Para mi ambos lazos son muy sugerentes si se anudan. ¿Qué instante más bello que mirar un lago cogiendo la mano a quien se ama?"

yo:

"Este fragmento me gusta mucho, bueno, los que me conocen un poco ya habrán visto todo lo que me pasa con el agua, es inevitable que este poema me emocione mucho. Me gusta cómo transmite a qué nos lleva la contemplación (como meditación zen), cómo se desvanecen las sensaciones de la propia persona y nos sentimos lo que contemplamos, nos podemos sentir nosotros mismos agua, río que corre en la noche, aún sin verlo, sólo por oirlo (estoy convencida de que el sentido del oído es mucho más instintivo que el de la vista). "

Nuño:

"Soy vecino cimero del Tormes y el agua es gran parte de mi identidad, pero
el agua limitada, el de livianas corrientes, no el mar que, gustándome, me acaba por ahogar. No me extraña, pues, que este fragmento(según el deseo de Pepo)le rememore su infancia y a Betriz ese sentimiento de paz y a Gotamarina y a Mª Jesús, a ambas, ese sentido de unicidad. Pero en el poema de A.G.,que no es, claro está, fragmentario, se habla de dos aguas, la "fluyente", la del fragmento señalado en la propuesta y la "quieta", la encerrada (la del cántaro de la última parte que no se incluye en la propuesta; y la del estanque en la que se refleja el interrogante de Pepo, ese no encontrarse nunca por el que pregunta MªJesús. ("Yo no sé si he traicionado a mis amigos:/ el cántaro está lleno de un agua oscura y dulce,/ pero el cántaro sufre -el rojo, viejo barro.//Alguien tiene piedad de este cántaro./ Alguien comprende el cántaro y el agua./ Alguien rompe su cántaro por amor.// En todo caso, yo no he cogido el agua/ para bebérmela yo mismo". En A.G.: ESTA LUZ. Poesía reunida (1947-2004), p.137)"

Fernando:

"En Castilla la seca los rios son lugares de ensimismamiento. Los castellanos somos todos de secano y por ello el agua nos llama con una fuerza que es irresistible. Nuño (Jesús) tiene escrito un bello libro de poemas sobre la memoria del agua: no puede resistir una fuente sin beber, un arroyo sin ir a meter la mano (cuando paseamos por el campo es un dolor). Entendemos bien a AG: el agua es la memoria de la vida."


y finalmente la revelación pragmática de Meteco con una verdad en la que no había caído nunca:
Meteco Diletante:

"No conozco a nadie que no tenga una relación íntima con el agua, es curiosa su seducción, nos hace pensar en una relación personal y privada con ella, cuando parece ser la relación más universal; nos engaña con todos. Como bien apunta Fernando debe de haber una memoria del agua que tenga tantos años como la vida en ella de la que no nos podemos librar, aunque sólo sea porque como especie venimos de ahí. Y para colmo nos atrae en todas sus manifestaciones, desde una gota a una cascada, desde el río al estanque, desde el lago al océano, ya sea bajo forma de lluvia o de vapor o de hielo, agua es agua y como una especie de embrujo o hipnosis te paraliza.
(...) La estética tiene esos milagros, un arroyo, una gota, un estanque, atrapa a un nido de facultades que puede pensar el universo entero, y me parece que eso lo logra expresar muy bien Gamoneda.
Cuando leí el comentario de Meteco me sentí un poco tonta. Yo había puesto "los que me conocen un poco ya habrán visto todo lo que me pasa con el agua" pensando en cuentogotas, pero bien mirado, lo que me pasa a mí le pasa a todo el mundo, como queda demostrado por los comentarios. No soy especial, nunca había pensado en lo universal que soy, y me gustó darme cuenta, por eso agregué otro comentario más:

"Tanta agua y tantos comentarios hermosos tuvieron el efecto de dejarme bañada, como si yo misma me hubiera introducido en un agua maternal y uterina de la cual surgir reconfortada.
Me voy a dormir en paz con el mundo, sabiendo que no sólo compartimos amor a la poesía sino también vibraciones acuáticas... ya no soy especial, como dice Meteco, soy como todos ustedes, y eso nos hermana. Vivamos cerca del agua o lejos de ella, el agua nos llama y nos acoge. Buenas noches, pececitos míos!"

Cuando era chica me dijeron que el agua representa el inconciente y no lo entendí, pero ahora sí que lo entiendo.

Fotografías: Patricio Murphy (excepto la del mar)

Una canción de verano



Estación

Todos sabemos que fue
un verano descalzo y rubio,
que arrastraba entre sus pies
gotas claras de mar oscuro;
en el pecho dos médanos eternos
y en los ojos un cielo transparente
que brillaba tras del sol,
serena y furiosamente.

Quizás sepan que tenía
una eterna compañera,
que reía y se entregaba
desnuda sobre la arena;
que volaba cuando estaba en algún sueño,
para despertarse dentro de su dueño
al que le daba su amor
hermosa y salvajemente.

Charly García, Sui Generis, Vida.

Un paseo por el otro lado del universo

Hoy Manuel y yo nos fuimos de paseo por el otro lado del Universo. Primero cruzamos una puerta, después atravesamos un agujero negro, y por fin llegamos al otro lado del Universo, donde el cielo es rosa y los planetas y estrellas están todos revueltos. Manuel me llevó al planeta XXL-Fuf, que es rocoso pero tiene agua, como la Tierra. Tiene un 65 % de agua, como el cuerpo humano, y los únicos animales que viven en él son vacas (y toros y terneros, claro) que pueden volar. En el planeta hay pasto, y cuando las vacas quieren comer pasto mientras vuelan, agarran unas bolsas, las llenan de pasto y le ponen sal. Para volver a casa volvimos por el mismo agujero negro, cruzamos otra vez la puerta y enseguida llegamos a casa.

Fotografía: Martin Waugh's Liquid Sculpture.

Agua de verano

Una canción acuática

...que me acompaña desde hace muchos años, pero no había pensado en subirla hasta ahora (perdón por el final abrupto, pero está unida a la siguiente canción y ya sé que es un pecado separarlas, pero la siguiente dura 16 minutos!).



WATER BEARER

Water Bearer! Water bearing one!
Water bearing one! Water bearing one!

I was born under the sign of the sun
Water bearer! Water bearing one!

My mama was young and the skies were rocking

On the day that I first saw the light

Water bearer! Water bearing man!

With the dusty heart of a beggar woman

I'm following you by moonlight
Water-bearer! Water-bearing man!
Now the rain's on fire through the redwood trees

I can feel your blood flowing in me.


Water-bearer! Water-bearing man!

Water-bearer! Water-bearing man!
Water-bearer! Water-bearing man!


I was born under the sign of the sun

Water bearer! Water bearing one!

My mama was young and the skies were rocking

On the day that I first saw the light

Water bearer! Water bearing man!

With the dusty heart of a beggar woman

I'm following you by moonlight

Water-bearer! Water-bearing man!

Now the rain's on fire through the redwood trees
I can feel your blood flowing in me.


Water-bearer! Water-bearing one!
Water-bearer! Water-bearing one!

Water-bearer! Water-bearing one!

Feel like the dry Sahara sand

She cry for rain to cool the land

Cool the flame thats burning me!
Cool the flame thats burning me!

Oh! Water bearer! Water bearing one!
Sally Oldfield

El agua del alma - El agua humana

Cuando leí estas frases de la tía Clarissa caí en la cuenta de que las lágrimas son gotas. Agua humana, agua corporal, el agua que producimos nosotros mismos, nuestra agua bendita:

Las lágrimas son un río que nos lleva a alguna parte. El llanto crea un río alrededor de la barca que transporta nuestra vida espiritual. Las lágrimas levantan la embarcacion por encima de las rocas, por encima del terreno seco, y la transportan río abajo a un lugar nuevo y mejor.
Existen océanos de lágrimas que las mujeres jamás han llorado, pues les
han enseñado a llevarse a la tumba los secretos de su madre y su padre, de los hombres y la sociedad y los suyos propios. El llanto de una mujer siempre se ha considerado muy peligroso porque abre las cerraduras y los pestillos de los secretos que lleva dentro. Pero en realidad, por el bien del alma salvaje de la mujer, es mejor llorar.


y en el capítulo siguiente:

A lo largo de la historia las lágrimas han cumplido tres misiones: han atraído a los espíritus, han rechazado a los que pretendían ahogar y encadenar al alma sencilla y han sanado las heridas de los pactos desventajosos hechos por los seres humanos.
Hay veces en la vida de una mujer en que ésta llora sin cesar y, aunque cuente con la ayuda y el apoyo de sus seres queridos, no puede dejar de llorar. Hay algo en sus lágrimas que mantiene al depredador a raya y aparta el malsano deseo o la ventaja que podría provocar su ruina. Las lágrimas sirven para remendar los desgarros de la psique, por los que se ha ido escapando la energía. La situación es muy grave, pero lo peor no llega a producirse -no nos roban la luz- porque las lágrimas nos otorgan la conciencia. No hay posibilidad de nos quedemos dormidas cuando lloramos. Y el sueño que se produce es tan sólo para el descanso del cuerpo físico.

A veces una mujer dice "Estoy harta de llorar, estoy hasta la coronilla, quiero detenerme." Pero es su alma la que derrama lágrimas y éstas son su protección. Por consiguiente, tiene que seguirlo haciendo hasta que termina su necesidad. Algunas mujeres se asombran de la cantidad de agua que puede producir su cuerpo cuando lloran. Eso no dura eternamente, sólo hasta que el alma termina de expresarse de esta sabia manera.

Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos.

(Tengo pendiente comentar algunas cosas sobre el libro de Clarissa que me dan vuelta en la cabeza desde que empecé a leerlo... en cuanto tenga tiempo lo escribo).

Fotografía: Man Ray

Manuel y sus viajes astrales

Una conversación con Manuel durante el almuerzo. Que la comida quede intocada sobre el plato bajo la mirada perdida de Manuel y la paciencia menguante de sus padres queda compensado por la poesía, ¿no? (Las palabras son de ayer pero la dinámica es super habitual).

– Manuel, ¿estás navegando por el espacio exterior?
– ¿Qué quiere decir eso?
– Que da la impresión de que tus pensamientos están muy lejos de acá.
– No estoy navegando por el espacio exterior, estoy del otro lado del universo!
– Uy, qué lejos! ¿Y cómo es el otro lado del universo?
– Tiene lo mismo que acá pero el cielo es rosa. Tiene planetas, estrellas y lunas pero lo que separa los planetas no es oscuro, es rosa. Tiene planetas, estrellas y lunas, como acá, pero está todo revuelto.

Fotografía: Martin Waugh, Liquid Sculpture.

Cruzando el río por las piedras

Hoy lo llevé a Manuel a tomar un helado y como de costumbre terminamos en el río. Con tanta lluvia el agua había alcanzado el nivel de la parecita que sirve para cruzar y se había extendido a uno y otro lado un par de metros o más. Manuel inmediatamente quiso meterse por las piedras y cruzar de un lado al otro, y me llamaba para que lo siguiera, pero yo no estaba en vena: no hacía calor, la tarde se estaba acabando, suponía que el agua estaría fría, si me sacaba las alpargatas las piedras me lastimarían los pies, etc etc. Manuel insistió y terminé accediendo, embarcándome en la aventura de caminar por las piedras o con el agua por los talones hasta la parecita, cruzar por ahí y luego los otros tantos metros de piedras irregulares cubiertas por agua, sólo por el placer de hacerlo, porque fuimos y vinimos cruzando el río varias veces pero nos quedamos siempre del mismo lado.

Como tenía el río de la tía Clarissa en la cabeza, inmediatamente el río me pareció muy simbólico, pero enseguida lo que se impuso fue lo energético, por decir así, más que lo mítico. Porque empecé a fijarme en por qué yo iba con torpeza por las piedras cuando Manuel iba tan seguro, y me di cuenta de varias cosas:

Concentración. En cuanto me concentraba en lo que estaba haciendo, iba mucho más firme y precisa en los movimientos.

Respiración. Si respiraba profundamente, mi desenvoltura aumentaba.

Apoyo. Me sentía inquieta cuando para pasar de una piedra a otra tenía que dar un paso muy largo que implicara sentirme en el aire por unos segundos. El temor era a que durante esos segundos en el aire pudiera perder el equilibrio. Probé dar pasos más cortos, aunque eso implicara meter los pies en el agua en vez de ir de roca en roca, y dejé de temer y actué mejor. Además, si antes de intentar dar un paso largo e inquietante buscaba firmemente el apoyo del pie que serviría de base, podía hacer equilibrio sobre ese pie y balancear el otro precediendo mi cuerpo hacia el próximo punto de apoyo con mucha más eficiencia y sin tambaleos.

Placer. Enseguida dejé de sentir fría el agua y comencé a disfrutarla, y cuando me fui dando cuenta de estos secretos para caminar por las piedras, también disfruté la aventura.

Integración. Me puse a pensar en la interrelación entre lo psíquico y lo físico, pues lo que estaba descubriendo en el equilibro del cuerpo podía trasladarse plenamente al equilibrio emocional. Me puse a pensar en lo profundo de esta interrelación, en la unidad que somos: cualquier barrera psíquica se refleja en nuestro físico, y al mismo tiempo cualquier cosa que aprendo en el cuerpo me queda mucho más clara que cualquier idea.

Fotografía: Patricio Murphy

El agua creativa, según la tía Clarissa

Inmediatamente después de experimentar la ruptura de mi dique, terminé de leer el capítulo del libro de Clarissa Pinkola Estés que habla del "regreso a casa", de la mujer foca y el llamado del viejo del mar, que termina con esta hermosa cita fragmentada de Jung:

Jung dijo: "Sería mucho más fácil reconocer nuestra pobreza espiritual... Cuando el espíritu pesa, se dirige hacia el agua... Por consiguiente, el camino del alma conduce al agua."

que me hace acordar a la frase de Melville que copié al incio de este blog, ¿no?

A continuación comencé el capítulo que se llama "El agua clara: El alimento de la vida creativa", del cual les copio algunos fragmentos:

La creatividad cambia de forma. En determinado momento tiene una forma y al siguiente tiene otra. Es como un espíritu deslumbrador que se nos aparece a todos, pero que no se puede describir, pues nadie se pone de acuerdo acerca de lo que ha visto en medio de aquel brillante resplandor. (...) Todo eso es fruto de la vida creativa. Todas esas cosas pertenecen a la Mujer Salvaje, al Río Bajo el Río que fluye incesantemente hacia nuestra vida. (...)
La fuerza creativa discurre por el terreno de nuestra psique buscando los huecos naturales, los
arroyos que existen en nosotras. Nosotras nos convertimos en sus tributarios, en sus cuencas; somos sus estanques, sus charcos, sus corrientes y sus santuarios. La fuerza creativa salvaje discurre por los lechos que tengamos, por los innatos y por los que nosotras cavamos con nuestras propias manos. No tenemos que llenarlos, sólo tenemos que construirlos
(...)
En cuanto este gran río subterráneo encuentra sus estuarios y sus brazos en nuestra psique, nuestra vida creativa se llena y se vacía, sube y baja en las distintas estaciones exactamente igual que un río salvaje. Estos ciclos dan lugar a que las cosas se hagan, se alimenten, decaigan y mueran a su debido tiempo, una y otra vez.
La creación de algo en un punto determinado del río alimenta a los que se acercan a él, a las criaturas que se encuentran corriente abajo y a las del fondo. La creatividad no es un movimiento solitario. En eso estriba su poder. Cualquier cosa que toque, quienquiera que la oiga, la vea o la perciba, lo sabe y se alimenta. Es por eso por lo que la contemplación de la palabra, la imagen o la idea creativa de otra persona nos llena y nos inspira en nuestra propia labor creativa. Un solo acto creativo tiene el poder de alimentar todo un continente. Un acto creativo puede hacer que un torrente traspase la piedra.

Por esta razón, la capacidad creativa de una mujer es su cualidad más valiosa, pues se ve por fuera y la alimenta por dentro a todos los niveles: psíquico, espiritual, mental, emotivo y económico. La naturaleza salvaje derrama incesantes posibilidades, actúa a modo de canal de parto, confiere fuerza, apaga la sed, sacia nuestra hambre de la profunda vida salvaje. En una situación ideal, el río creativo no tiene ningún dique y ningún desvío, y no se utiliza indebidamente."


Clarissa Pinkola Estés: Mujeres que corren con los lobos.

Fotografía: Nick Peef, Escaping to Paradise

Mi derecho a existir

Cuando yo era chica había dos posters que se repetían mucho en las casas a las que iba de visita (por lo general casas de mis compañeros de clase, es decir casas donde había niños de mi edad). Los dos tenían más letra que dibujo, y yo siempre los leía. En uno, sobre un fondo amarillo con una guarda de nenitos tomados de la mano todo alrededor, se desgranaban una serie de frases todas con la misma estructura, después del título que era algo como "un niño aprende de lo que vive" seguía por ejemplo: "si un niño vive con amor, aprende a amar", "si un niño vive con justicia, aprende a ser justo", "si un niño vive con tolerancia, aprende a ser tolerante", "si un niño vive con comprensión, aprende a ser comprensivo", etc.

En el otro, sobre una ilustración de fondo en tonos violetas y azules que parecía un vitral, se leía un único texto que ocupaba todo el poster y que llevaba por título "Desiderata". Decía algo sobre una iglesia del 1692, y yo pensaba que era de esa época, pero buscándolo ahora por internet me enteré de la historia: es un poema escrito por Max Ehrmann en la década de 1920. Lo que a mí me clavaba la atención en ese texto era una frase que estaba más o menos por el medio: "Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas, tú tienes derecho a estar aquí". Esta frase me evocaba tantas cosas que yo en cada casa donde encontraba el poster lo leía buscando esa frase, me quedaba leyéndola una y otra vez, memorizándola, para darle albergue en mi ser, para que al acunarla me cure, como un bálsamo. Porque si esta frase perduró en mí a través de los años (más de treinta) y revivió en mí intacta desde nuestro pasado común otra vez purificadora y sanadora, es porque yo no sentía que tuviera derecho a existir, más bien lo que siempre incorporé es que no merecía nada, ni tenía derecho a nada. Que alguien me dijera que tengo derecho a existir, sólo por estar viva, por ser parte del universo, era genial!

Y ahora que el dique está roto, es esto lo que empezó a sanar. Estoy viva, existo, tengo derecho a estar acá, tengo derecho a pedir para mí lo mismo que tiene derecho a pedir cualquier ser vivo, el mismo respeto, la misma dedicación, la misma buena onda que intento dar a los demás, me la merezco yo también. Estoy viva, merezco el aire que respiro y la luz que me alumbra y hacer sombra con mi cuerpo, merezco hablar, cantar, reir, crecer, aventurarme y profundizar, merezco todo, tal como se lo doy a los demás. Está todo adentro mío y sé todo lo que necesito. La historia que vivo es única, nadie más sabe cómo es, así como no puedo conocer realmente la historia de ningún otro: ésta, la mía, sólo yo la conozco. Todo lo que siento es real, y tiene derecho a ser.


Ilustración: Serrie Lovler

El dique

Tenía un amigo pintor veinte años más grande que nosotros que a su tercera o cuarta ginebra ante nuestros devaneos adolescentes nos decía citando a noséquién: "Cuanto más alto es el dique con más fuerza se rompe". Muchas veces en el pasado sentí que en mi evolución espiritual avanzaba en espiral: llegaba a un punto que indudablemente era un "avance", permanecía ahí un tiempo, para meses más tarde encontrarme en un punto que indudablemente era un "retroceso" comparado con el anterior, sentirme en él un tiempo más largo hasta que un día de golpe sentía que volvía a pasar por el primer punto recuperando todo lo que había "avanzado" entonces pero ahora con más profundidad, con más fuerza y velocidad; como un cometa que se aleja por su órbita, va perdiendo velocidad, llega al punto máximo de alejamiento y ahí gira, vuelve a acercarse al punto de atracción, cobra velocidad a medida que se va acercando, y cuando pasa a su lado gira con muchísima más fuerza y sigue viaje hiperimpulsado; algo así, pero en espiral, no en una órbita que es siempre igual en el mismo plano, sino como una espiral que en cada vuelta profundiza un poco más, o se agranda, o se expande.

Muchas veces sentí esto pero hoy claramente la imagen pertinente fue la del dique. Hace mucho tiempo, años, que me siento estancada, más perdida que turco en la neblina, a la deriva, como bola sin manija, etc. Años de malestar e incomodidad, por momentos de desazón, de no ver la salida, pero empeñarme en insistir en que tiene que existir. Es decir, tres o cuatro años de sentirme atrapada como el agua contenida por un dique, que siente el dique pero no puede verlo. Y también hace tiempo (pero menos, claro), que empecé a sentir que vislumbraba una salida, un atisbo de camino, por lo menos identificar qué tenía que buscar, aunque todavía no supiera cómo buscarlo ni dónde encontrarlo (es decir, un año y medio, más o menos, de que una pequeña gotita de agua pudiera pasar del otro lado del dique). Hace un par de semanas se abrió la grieta (la detonante fue la tía Clarissa, pero el libro estuvo al alcance de mis manos, de mis ojos y de mi mente durante 2 años, si la grieta apareció ahora y no antes es por mí, no por el libro). Y exactamente esta noche, la ruptura del dique (cabalísticamente podríamos decir: la ruptura de los recipientes). Exactamente eso: se rompió la pared, el agua está libre, fluye, puede seguir su cauce natural: recuperé lo más profundo de mí, me rescaté de mi origen, me despojé de corsés, me reubiqué en mis coordenadas (lamento las metáforas imprecisas pero especificar más sería, como diría mi hermana, "demasiado íntimo para la web").

Les dejo una canción que por muchos motivos "demasiado íntimos para la web" condensa este momento:



Teach Your Children
( Crosby, Stills, Nash & Young)

You, who are on the road,
Must have a code that you can live by.
And so, become yourself,
Because the past is just a good bye.
Teach your children well,
Their father's hell did slowly go by.
And feed them on your dreams,
The one they picks, the one you'll know by.

Don't you ever ask them why, if they told you, you will cry,
So just look at them and sigh and know they love you.

And you, of tender years,
Can't know the fears that your elders grew by.
And so please help them with your youth,
They seek the truth before they can die.
Teach your parents well,
Their children's hell will slowly go by.
And feed them on your dreams,
The one they picks, the one you'll know by.

Don't you ever ask them why, if they told you, you will cry,
So just look at them and sigh and know they love you.......





Fotografía: Nick Peef, Escaping to P
aradise

Manuel y su capacidad de razonar

– Yo sé cuánto es 2 metros 63 centímetros: son 2630 milímetros.
– Es cierto. Qué bien Manuel, sabés eso sin que te lo hayan enseñado!
No hace falta que me enseñen, yo puedo aprender con mi cabeza.