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Manuel hablando con las gaviotas

Con tanta tormenta estival el río crecío mucho; no sé si por eso o por qué, lo visitaron gaviotas. Hoy a la tarde fuimos con Manuel hasta el río y se sentó en el muellecito con el agua tan alta que llegaba hasta el borde, con lo cual Manuel tenía las patas metidas en el agua desde las rodillas a los pies. Nos quedamos así, él sentado en la punta del muelle, de cara al agua, revoleando las patas salpicando a uno y otro lado, yo a sus espaldas leyendo a Clarissa, y al rato me di cuenta de que hablaba con las gaviotas. Ellas planeaban volando sobre su cabeza y decían su sonido, y Manuel inmediatamente reproducía el sonido bastante fielmente (mucho mejor de lo que yo puedo inventar acá para tratar de (d)escribirlo). Una gaviota: "eehgk, eeghk"; Manuel: "eehgk, eehgk". Otra gaviota: "eehgk, eeghk"; Manuel: "eehgk, eehgk". Así un rato, hasta que no hablaron más, Manuel pasó al momento de tirar piedras al agua y después a caminar por la orilla chapoteando con el agua hasta las rodillas.

Fotografía: Patricio Murphy

Manuel newtoniano

"Si la Tierra tuviera gravitación extra, las cosas caerían más rápido."

Las medicinas de la naturaleza - Una contribución de la tía Clarissa

Años atrás (más o menos 5 o 6) descubrí en la casa de una amiga un libro que me llamó la atención: tenía en la portada un fragmento de un cuadro de Picasso, Dos mujeres corriendo en la playa, su autora era Clarissa Pinkola Estés, una mujer de quien nunca había oído nada, y su título era Mujeres que corren con los lobos. Supongo que lo que me atrajo fue la imagen de personas corriendo junto con los lobos, no huyendo de ellos, es decir la idea de hermanarse con lo ajeno, misterioso o peligroso, con lo salvaje; más la sensación de ímpetu que transmite el cuadro de Picasso, más el hecho de que hablara específicamente de mujeres. Me dio muchas ganas de leerlo pero no pude en ese momento; ya no me acuerdo si mi amiga me dijo que no me lo podía prestar enseguida porque lo estaba usando, o yo preferí no empezarlo porque ya me estaba yendo, no me acuerdo.

Años después (hace 2 o 3) otra amiga me comentó que estaba leyendo este libro. Como me había quedado en la cabeza le pregunté por él. Me dijo que sabía que le habia gustado mucho a dos amigas en común, pero que a ella la introducción y la conclusión le resultaron pesadas de leer, que le iba mejor la parte del medio, compuesta por cuentos e interpretaciones de los cuentos. Meses más tarde, cuando nos vimos en persona, mi amiga me trajo el libro y me lo dejó prestado en casa.

Y ahora el misterio de la lectura como viaje personal: el libro estuvo dos años en mi mesa de luz sin que yo pudiera leerlo. Intenté empezar en orden y, como a mi amiga, la introducción se me hizo ardua. Una vez lo hojée por el medio y leí uno de los cuentos, y lo que leí me resultó angustiante. En el medio se intercalaron otros libros que aparecían por necesidad o por casualidad, o para el Club de Lectura, o para Pan de humo, etc. En resumen, durante dos años manosée o ignoré el libro de Clarissa sin poder entrar en él, y hasta había llegado a pensar que no lo leería nunca, que no era para mí, que más me valía devolvérselo a mi amiga sin leer que seguir teniéndolo en mi mesa de luz al vicio.

Y finalmente, hace dos semanas, se dio el milagro de la comunión persona-lectura. Casi por casualidad me adentré en el libro dejando atrás la introducción (que entre una cosa y otra ya había terminado) y me recontraenganché leyendo. No sólo eso, sino que se dio el fenómeno de libro-que-cae-como-anillo-al-dedo, es decir leer el libro adecuado en el momento adecuado, que ya me pasó otras veces en mi vida, y es genial. Porque leer este libro ahora me está haciendo super bien, calzó justo con el momento de mi vida, me ayuda a curarme y crecer, y lo estoy aprovechando muchísimo. ¿Quiere decir que si no pude leerlo en estos dos años que vivió en mi mesa de luz es porque no estaba preparada para recibirlo como se merece?

No lo sé, pero ahora me está haciendo super bien. Hay muchas cosas que quisiera copiar para mí, pero por ahora lo que me pareció adecuado compartir con ustedes es este pequeño fragmento que parece que hablara de cuentogotas, parece dar la razón del camino secreto que construyo escribiendo este blog, y de paso es un buen consejo para todo el mundo:

Una vez traté a una mujer que se encontraba al límite de sus fuerzas y pensaba en el suicidio. Una araña que estaba tejiendo su tela en el porche le llamó la atención.
Jamás sabremos qué detalle del comportamiento de aquel pequeño animalillo rompió el hielo que tenía aprisionada su alma y le permitió recuperar la libertad y volver a crecer, pero yo estoy convencida no sólo como psioanalista sino también como
cantadora de que muchas veces las cosas de la naturaleza son las más curativas, sobre todo las muy sencillas y las que más tenemos a nuestro alcance. Las medicinas de la naturaleza son muy poderosas y honradas; una mariquita en la verde corteza de una sandía, un petirrojo con un trozo de hilo en el pico, una planta florida, una estrella fugaz e incluso un arco iris en un fragmento de cristal en la calle puede ser una medicina apropiada. La perseverancia es algo muy curioso: exige una enorme energía y puede recibir alimento suficiente para un mes con sólo cinco minutos de contemplación de unas aguas tranquilas.

Clarissa Pinkola Estés

Mujeres que corren con los lobos.

¡Se acabaron las diez horas!

¡Por fin esta semana lo conseguimos: trabajar sólo la jornada laboral de 8 horas, y no 10 como en los últimos meses! Curioso trabajo éste que tengo: de los 11 meses laborables del año, sólo en 4 trabajamos lo que corresponde, en los otros 7 tenemos que trabajar dos horas más por día nos guste o no... por suerte se acabó, en un mes y medio tengo vacaciones, y la temporada que viene ojalá no empeore!

Esta casa es un frutería

Esta casa tiene dos "jardines": el de la entrada, que no es estrictamente un jardín, pero está lleno de plantas, y el de atrás; más la vid que se prolonga por todo el pasillo lateral uniendo los dos jardines. Contando sólo las especies alimenticias, nuestros jardines nos han provisto hasta ahora de cerezas (muy pocas, sobre todo las ganas), aceitunas (muchísimas el primer año, el siguiente picadas por no sé qué bicho), uvas (muchísimas el primer año, el siguiente muy pocas) y nísperos (muchísimos siempre, más de los que podemos juntar y comer).

El invierno anterior a que nosotros nos mudáramos a esta casa, heló. Heló tanto, según nos dijeron, que los limones del limonero de la entrada también se helaron y quedaron duros como piedras. En consecuencia el dueño de casa cortó las ramas secas del limonero y dejó sólo su tronco pelado sobresaliendo unos 30 o 40 cm de la tierra. Con el tiempo le surgieron ramas, cada vez más altas y más llenas de hojas, y este año por primera vez dará limones! Al menos eso entiendo, porque se le ven unos diminutos y verdes limoncitos bebé entre las hojas.

Pero lo mejor de este año es el damasquero. Con él pasó algo parecido a lo del limonero: cuando llegamos sólo se veía un tronco amputado y unas ramas novatas, largas y enclenques... y con el tiempo creció, creció tanto que este año se llenó de damascos, tantos que finalmente hoy los recogimos y como no lograríamos comerlos antes de que se pudrieran, hicimos dulce. ¡Qué delicia! Será que hace mucho que no hago dulce, no sé, pero me parece el mejor dulce que hice en mi vida, ¡está alucinante! tres frascos grandes de un dulce de color miel, con un sabor de goloso glorioso, sólo fruta y azúcar y nada más... ¡qué placer!


Delicias de damasco
albricias de albaricoque

nísperos de las Hespérides
limones como soles
uvas como lunas
olivas divinas.

Buenos augurios x2!!!!!

¡Segundo trébol de 4 hojas que encontró Manuel en nuestro jardín! ¡Sólo con 12 días de diferencia! ¡Impresionante!

Para que vean que no sacamos dos veces fotos al mismo trébol, nos sacamos las fotos con los DOS tréboles de CUATRO hojas al mismo tiempo. El que se ve más seco es el primero, lo había puesto a secar (para conservarlo mejor) en mi libro de los chakras.


Buenos augurios


¡Un trebol de 4 hojas! ¡En nuestro propio jardín!

Lo encontró Manuel, tenía que ser, que lo encontrara el angelito.

Nunca había visto uno, ya había empezado a creer que no existían... ¡pero encontramos uno!

¡Cuánta dicha nos espera!